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La Madre Teresa argentina, Embajadora de Paz

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Los días 12 y 13 de septiembre, en Mar del Plata, se llevó a cabo el Foro Internacio­nal sobre los Derechos de las Mujeres y una de las actividade­s que se realizan habitualme­nte en esta reunión, tal vez la más emotiva, es la elección de las Embajadora­s de Paz. Esta vez, recayó sobre las argentinas Natty Petrosino y Cristina Herrera, Nadia Murabet (Libia) y Andrea Tuana (Uruguay), todas mujeres que trabajan por la igualdad de derechos y contra la violencia.

Esta elección hizo poner el foco en Natty Petrosino, a quienes muchos conocen como la Madre Teresa de Bahía Blanca y cuya vida y obra vale la pena conocer. "Ser Embajadora de Paz es demostrarl­es a los demás que es posible estar lleno de paz y amor. Respetar la paz es respetar al otro, en el lugar que esté, porque todos somos importante­s donde estemos. Es amar a nuestro semejante", dijo al recibir la nominación. Poco después, esta mujer devota de San Francisco de Asís, recibió un llamado de felicitaci­ón del Papa Francisco: “Hablamos mucho de nuestro santo en común. El Papa dijo que nos bendecía, nos pidió seguir con nuestra misión y me envió también una bendición para mi Bahía Blanca natal, que me ha ayudado desde los inicios”, contó emocionada. A sus incansable­s 75 años, Natty Petrosino sigue dedicada solo a su obra. Ni siquiera este homenaje que le rindió la Fundación Mil Milenios de Paz de la Unesco, hizo que cambiara su mirada o su objetivo: “Hay que ser solidarios permanente­mente, con todo, con todos, pero sobre todo con los del propio entorno que es lo más difícil. Es tan difícil serlo porque la persona lo toma como una obligación moral y eso mo-

En el último Foro Internacio­nal sobre los Derechos de las Mujeres, una de las nuevas Embajadora­s de Paz fue Natty Petrosino, una mujer que desde Bahía Blanca conmovió al país y al mundo con su entrega a los que sufren y están necesitado­s de todo

lesta. Quieren cuidar enfermos, pero no a su madre, a su hijo, a su tío”.

La revelación

Era muy joven y con una ascendente carrera de modelo y actriz, cuando Natty Petrosino se enamoró, se radicó en Bahía Blanca y comenzó a sufrir de un cáncer de oído. Durante una cirugía, tuvo una muerte clínica de unos segundos y ese fue el nacimiento de su nueva vida.

"Natty se había muerto, pero la muerte no había sido un proceso desagradab­le como la mayoría de nosotros supone, sino que había sido como un nuevo ddespertar. UUn ddespertar que sucedió dió ahí mismo, en la sala donde la habían internado por una dolencia en un oído. En algún momento salió de su cuerpo y, liviana como el aire, se dio cuenta primero del apremio de los médicos y, después, de que una de las paredes del cuarto se abría frente a ella para invitarla a pasar a un nuevo ámbito, donde se iba a encontrar con Jesús. El mismo que conocemos por foto, pero que a ella se le presentaba como lo que en verdad era: un maestro real y precioso, que la miraba con la ternura de mil madres. Junto a él, había otros maestros. Uno de ellos le preguntó si sabía qué le había pasado y ella sonrió. Sí, estaba muerta y al mismo tiempo más viva que nunca. Sólo que aquel comité divino tenía un asunto que arreglar con ella y que en definitiva consistía en saber cuál era su deseo: si quedarse en

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