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Ojalá te ENAMORES (La peor maldición)

- Por Valeria Schapira

Ojalá te enamores”. Así reza una maldición árabe. O gitana. No sé bien. Lo cierto es que su origen es tan incierto como el del sujeto que, de pronto -y de la nada-, irrumpe en la vida de una para desestabil­izarla. “Ojalá te enamores”. Con toda la fuerza. La peor maldición. Más que un buen deseo, una sentencia mortal.

El enamoramie­nto es un estado de desquicio. De idiotez absoluta. De descontrol de las funciones más elementale­s de la cotidianei­dad. Una se vuelve estúpida, no reflexiona ni entra en razones. Se vuelve tonta. Dependient­e. Pierde los reflejos. Los síntomas son claros y espantosos. Y se manifiesta­n ante la sociedad cuando una logra mas- cullar la frase letal: “Estoy enamorada”. ”

Hay maneras de evitar que la enferrmeda­d se vuelva irreversib­le. Una de e ellas es estar alerta ante los siguientes s síntomas:

Una comienza a idealizar. Él se trans-sforma en Dios. El único. El mejor. Todo lolo que hace es lindo, dulce y enterneced­or.or. Hasta cuando se hurga la dentadura conon un escarbadie­ntes. O se rasca la orejaja con la Montblanc. Es que él es taaan en-encantador que todo se le puede permitir..

Un llamado telefónico del sujeto elegido es una dul

ce melodía. Saber que se acordó de una es suficiente para iluminarno­s la vida durante una semana. Una magnifica cualquier gesto en la errónea idea de que “él” está rendido de amor.

Comienza el efecto yoyó sobre el peso corporal. Durante el primer tramo del encantamie­nto aparece la cerrazón estomacal. Los bombones que, hasta entonces, eran una trampa mortal se vuelven tan poco atractivos como un recital de La Nueva Luna. El poder del amor puede hacer eliminar en tres días el sobrepeso de tres años. El caos se desata si aparecen los problemas en la relación. Allí comienza el rebote y la revaloriza­ción de los alfajores. Es el comienzo de la debacle.

Se resiente la productivi­dad laboral. Los compañeros de tareas son “sombras nada más entre tu amor y mi amor”, y las horas se consumen en la espera de un e-mail o un llamado. Las empresas tiran el sueldo en un ente estúpido e improducti­vo. Una.

Cualquier frase del Romeo aparece como un escrito de

William Shakespear­e. Una atribuye al candidato una intelectua­lidad inexistent­e. Sorbe sus palabras. Adora su verba. CuCuando, al tiempo, una despierta a la impiadodos­a realidad, el escriba prolífico se muestrtra como lo que es: un aprendiz de poeta.

Los amigos son las víctimas más sufrfrient­es del maleficio del enamoramie­nto. Son esclavos sin horizonte de libertad del relato obsesivo. Es que el monstruo más aabyecto se vuelve glorioso cuando una se enamora. Una quiere contar, contar y contar, gritarle a la humanidad que llegó “el amor”. Aunque a nadie le importe. Aunque todos, allí afuera, tengan dolorosa conciencia de que el objeto de nuestra adoración no es digno de tributo.

Al fin de cuentas, amigos son los amigos y saben que no hay mal que dure cien años. Las olas se llevarán este amor y traerán otro. Y otro. Y otro.

Nada es eterno. Y mucho menos la primera etapa del amor, que funciona igigual que una droga. Dispara nuestras hormonas, nuestra libido y nuestra alegría de vivir. Es un high que, ineludible­mente, precede al bajón. El enamoramie­nto es como una torta de chocolate y dulce de leche. Glorifica, empalaga, lleva al éxtasis. Y termina decayendo, aunque, como toda enamorada, boluda al fin, una pretenda que la tintura rosa impregne sus días forever.

Más temprano que tarde se terminará el encantamie­nto. Una no será feliz ni comerá perdices. El Príncipe se mostrará como el sapo que siempre fue. Y una querrá devolverlo al charco. Para volver a la normalidad.

“Ojalá te enamores”. Maldición. Me lo volvieron a desear.

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 ??  ?? Del libro “Diario de una mujer posmo”, de Valeria Schapira, Ediciones Urano.
edicionesu­rano.com.ar
Del libro “Diario de una mujer posmo”, de Valeria Schapira, Ediciones Urano. edicionesu­rano.com.ar
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