Los PRIMEROS cuarenta días del bebé
El primer mes y medio del bebé, además de ser un periodo de grandes cambios, es cuando se producen la mayor diversidad de situaciones, sensaciones, placeres y angustias, que pueden ser claves en la vida de una madre y su hijo. Esto no quiere decir que deba ser vivido con miedo, sino por el contrario, con tranquilidad y tratando de favorecer la magia del “apego” entre ambos.
Lo más importante, en esos días, es estar atentos a su comportamiento. El nacimiento es el suceso más intenso en la vida, por lo que nosotros debemos adaptarnos al niño y no al revés. En el periodo inmediato después del nacimiento, el bebé sufre enormes cambios: la oxigenación y la nutrición no le llegan más por vía del cordón umbilical y deja de tener la protección del útero. Así, deberá adecuar a la vida exterior, entre otras cosas, su aparato circulatorio, respiratorio y la regulación de su temperatura corporal.
Los bebés chiquitos lloran por muchas razones, además de hambre. Un reflejo muy presente es el llamado “de Moro o de defensa”que, unido al tono muscular del bebé, hace que lloren -habitualmente- solo al moverlos.
Si un bebé tiene necesidad fisiológica de succionar y está adecuadamente alimentado, se calmará con el chupete, porque si no lo recibe querrá succionar algo, lo que encuentre: el dedo, dos dedos, la mano o…la teta. Muchas veces, al principio no saben sostener el chupete, pero en general eso lo solucionan rápidamente. Algunos pocos no lo aceptan nunca y no se succionan el dedo.
En este sentido, una pregunta muy habitual es si no se deforma el paladar del niño. El promedio estimado de la utilización del chupete son dos años y el promedio estimado de la succión del dedo son de más o menos seis años. Si se respetan estos tiempos, derribamos el mito y no se deforma el paladar.
Como primer paso, es importante ordenarle al bebé, de a poco, los horarios de comida. En general, la secreción láctea de cada mujer se adapta a su hijo y cada bebé se adapta a su mamá, pero siempre es deseable amamantar. Durante la primera semana de vida del niño, la secreción que aparece es el calostro, que es hiperproteíca, tiene muchos anticuerpos antimicrobianos y antivirales, vitaminas y minerales. Después de la primera semana, el calostro va perdiendo proteínas y minerales y adquiere más hidratos de carbono y grasas. Ese periodo es el de la leche intermedia. Recién alrededor del día veinticinco aparece la leche madura. De esta manera, mágicamente, estamos llegando al primer mes en el cuál la mamá ya conoce bien a su bebé y disfruta de uno de los momentos más gratificantes.