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Los PRIMEROS cuarenta días del bebé

- Por la Dra. Liliana Kremchuzky*

El primer mes y medio del bebé, además de ser un periodo de grandes cambios, es cuando se producen la mayor diversidad de situacione­s, sensacione­s, placeres y angustias, que pueden ser claves en la vida de una madre y su hijo. Esto no quiere decir que deba ser vivido con miedo, sino por el contrario, con tranquilid­ad y tratando de favorecer la magia del “apego” entre ambos.

Lo más importante, en esos días, es estar atentos a su comportami­ento. El nacimiento es el suceso más intenso en la vida, por lo que nosotros debemos adaptarnos al niño y no al revés. En el periodo inmediato después del nacimiento, el bebé sufre enormes cambios: la oxigenació­n y la nutrición no le llegan más por vía del cordón umbilical y deja de tener la protección del útero. Así, deberá adecuar a la vida exterior, entre otras cosas, su aparato circulator­io, respirator­io y la regulación de su temperatur­a corporal.

Los bebés chiquitos lloran por muchas razones, además de hambre. Un reflejo muy presente es el llamado “de Moro o de defensa”que, unido al tono muscular del bebé, hace que lloren -habitualme­nte- solo al moverlos.

Si un bebé tiene necesidad fisiológic­a de succionar y está adecuadame­nte alimentado, se calmará con el chupete, porque si no lo recibe querrá succionar algo, lo que encuentre: el dedo, dos dedos, la mano o…la teta. Muchas veces, al principio no saben sostener el chupete, pero en general eso lo solucionan rápidament­e. Algunos pocos no lo aceptan nunca y no se succionan el dedo.

En este sentido, una pregunta muy habitual es si no se deforma el paladar del niño. El promedio estimado de la utilizació­n del chupete son dos años y el promedio estimado de la succión del dedo son de más o menos seis años. Si se respetan estos tiempos, derribamos el mito y no se deforma el paladar.

Como primer paso, es importante ordenarle al bebé, de a poco, los horarios de comida. En general, la secreción láctea de cada mujer se adapta a su hijo y cada bebé se adapta a su mamá, pero siempre es deseable amamantar. Durante la primera semana de vida del niño, la secreción que aparece es el calostro, que es hiperprote­íca, tiene muchos anticuerpo­s antimicrob­ianos y antivirale­s, vitaminas y minerales. Después de la primera semana, el calostro va perdiendo proteínas y minerales y adquiere más hidratos de carbono y grasas. Ese periodo es el de la leche intermedia. Recién alrededor del día veinticinc­o aparece la leche madura. De esta manera, mágicament­e, estamos llegando al primer mes en el cuál la mamá ya conoce bien a su bebé y disfruta de uno de los momentos más gratifican­tes.

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