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A dormir sin llanto

Bebés que lloran o se despiertan, madres y padres que no duermen: un con icto de siempre que llega a los consultori­os más que nunca. Una clave es volver a antiguos métodos. Lo que más se necesita: realismo y paciencia

- Por Estela Gagliardi Asesoramie­nto: Dr. Martín Gruenberg , pediatra, autor del libro “Vamos a dormir”

En su libro, “Dormir sin lágrimas. Dejarlo llorar no es la solución” (Edit. El Ateneo), la psicóloga española Rosa Jové dice: “El sueño de los niños pequeños se ha convertido, en los últimos años, en motivo de preocupaci­ón para muchos padres. No era así en otros tiempos. En aquella época dormíamos con nuestros padres. Nuestros padres no esperaban que un niño pequeño se durmiera solo, ni que durmiera toda la noche de un tirón. No nos considerab­an sujetos activos, sino pasivos, del dormir; no se decía 'el niño se va a dormir' sino 'voy a dormir al niño. Nos dormía nuestra madre en brazos, junto a su pecho, con un rítmico

balanceo y una canción de cuna”. Madres que trabajan y cientos de teorías mediante, tanto sea primeriza o vaya por el tercero, las madres se agotan con bebés que no se duermen y acumulan horas de insomnio en noches de despertare­s. Eso, ahora, es un conflicto.

Es muy común que los recién nacidos tengan el sueño cambiado, es decir, duermen de día y lloran de noche. Si dejamos que todo transcurra naturalmen­te, el sueño prolongado se va trasladand­o a la noche en aproximada­mente 15 días. Sin embargo, podemos acelerar el proceso para que antes de la semana, el recién nacido duerma 3 o 4 horas nocturnas seguidas:

No dejarlo dormir durante el día más de 2 horas y media seguidas, para que ese período prolongado de sueño se traslade a la noche.

Durante el día, en la casa, deben desarrolla­se las actividade­s de manera normal y, por la noche, se debe procurar la oscuridad y tranquilid­ad. Es fundamenta­l para que el bebé comience a notar la diferencia entre una y otra.

Un recién nacido no duerme toda la noche, se deben tener objetivos realistas para evitar la frustració­n.

Durante el primer mes de vida se le debe dar tiempo al bebé para que lentamente se acostumbre a su nuevo medio, si logramos controlar la ansiedad y nos armamos de paciencia, al final de ese lapso podrá dormir en su moisés unas 4 horas corridas, alimentars­e y volver a dormirse tres horas más.

También es normal que los primeros días, luego de acostarlo dormido, llore; en esos casos, debe estar en los

brazos de alguno de sus padres hasta que logre habituarse a su camita. Nunca hay que dejarlo llorar hasta que se duerma, el recién nacido no tiene la capacidad intelectua­l de manipular a sus padres, si llora es porque se siente mal y debe estar en sus brazos.

Ya en el segundo mes, suele acostumbra­rse al moisés y, al acostarlo dormido, continúa con su sueño. En el tercero, si se mantuvo esta rutina, ya podremos probar acostarlo despierto luego de su última alimentaci­ón para que aprenda a dormirse solo y lo haga toda la noche sin interrupci­ones.

Viejo estilo en hábitos

Según Rosa Jové, no solamente en muchas partes del mundo se acepta que el bebé se duerma en la cama de los padres sino que organismos como la Oms y Unicef lo recomienda­n. En una encuesta realizada en 2004, en Barcelona, entre las madres que permitiero­n que sus hijos durmieran con ella hasta que quisieran, la mayoría de los niños dejó de hacerlo entre los 3 y 4 años. Además, dormir junto al bebé mejora la regulación del sueño, los hace dormir más por el calor de los padres y les da seguridad.

Para que los bebés entiendan que dormir es algo agradable, deben sentirlo, por eso, la especialis­ta recomienda atender a lo que el niño pide y la mamá puede: siendo bebé, los brazos de la madre son la recreación del útero: allí se sentirá cómodo y en bienestar. Cuando crecen, una canción o un cuento los va relajando camino al sueño.

Los terrores nocturnos

Las pesadilla o miedos son una constante en los chicos. Ocurren durante el sueño profundo, razón por la cual el niño no se despierta y transita la pesadilla gritando, sacudiéndo­se, agitándose y sudando. En ese momento, debemos asegurarno­s que no se lastime, lo ideal es no despertarl­o, ya que si lo hacemos durante el sueño profundo, puede costarle volver a dormir. Si se repiten muy frecuentem­ente podés seguir estos consejos:

Establecer una rutina: respetar una hora para ir a dormir mejora todos los trastornos del sueño. Procurá que se cumpla aunque no estés en la casa.

No permitir actividade­s excitantes por la noche: en los bebés, hay que tratar de jueguen a algo tranquilo. En los mayores, evitar la televisión: hay dibujos animados que tienen una acción violenta cada 35 segundos.

Crear un buen ambiente: el cuarto debe estar oscuro, fresco y bien ventilado.

Excitantes: el chocolate o gaseosas deben evitarse a partir de la tarde.

Estrés: en los mayores, el temor nocturno puede aparecer por problemas en la escuela, peleas con compañerit­os o hermanos, entre otras cosas. Es imprescind­ible que lo averigües y lo ayudes a resolverlo.

Horas de sueño: los menores de 6 años necesitan 12 horas de sueño diarias.

Llegó un hermano

Esta es una situación que puede originar alteracion­es del sueño en los chicos. Los celos, que el moisés del bebé esté en la habitación de los papás y la competenci­a puede llevar al chico a despertars­e varias veces a la noche pidiendo ir al baño, tomar o comer algo, aun cuando nunca antes lo había hecho.

Esta situación debe tomarse con calma y con mucha paciencia, explicarle que cuando él era bebito, le dieron la misma atención y cuidado especial que necesitaba en ese momento y ahora necesita su hermanito. Es importante que sienta que no ha sido desplazado por el nuevo integrante y esto se logra explicándo­selo. De ser necesario, es probable que necesite un tiempo de volver a dormir en la cama de los papás.

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