Humanoides para practicar
Así como un aspirante a piloto no se pone al mando de un avión sin antes haber pasado cientos de horas practicando en un simulador de vuelo, tampoco, un médico puede hacer las maniobras propias de su ciencia sin haber practicado. Los laboratorios de educación simulada permiten a los futuros médicos aprender prácticas clínicas, como entubar a un paciente o realizar una punción lumbar, sin el temor a equivocarse ya que los procedimientos se realizan en muñecos de silicona. “Históricamente, maniobras como colocar una vía endovenosa no se ensayaba en muñecos, sino en personas fallecidas. Colocar un tubo en la tráquea del paciente, por ejemplo, se aprendía recién en una guardia. Hoy los alumnos pueden ejercitar diversos procedimientos médicos en muñecos inteligentes que reproducen distintas patologías tal como si fueran pacientes reales. Esto constituye un hito en la enseñanza de las ciencias de la salud”, cuenta Julio Muniagurria, subsecretario eta o de e Tec- nología Educativa de la Facultad d de Medicina de la UBA.
La Cátedra Libre de Emergentología, de dicha Facultad, inauguró recientemente las nuevas instalaciones del Laboratorio de Simulación Clínica. En el lugar, que abrió sus puertas en 2011, más de 1.600 alumnos del internado Anual Rotatorio y otros 300 de la carrera de enfermería aprenden las maniobras de reanimación mación cardiopulmonar (RCP) básicas y avanzadas y otros procedimientos médicos, como realizar un chequeo ginecológico o hacer un tacto mamario. Además, se incorporaron nuevos simuladores, entre ellos una muñeca que aparenta un embarazo para que los alumnos aprendan cómo asistir un parto de emergencia.
Las nuevas instalaciones del laboratorio tienen un área que funciona con cámara Gesell, lo que permite que haya alumnos trabajando y otros observando para poder evaluar ambas situaciones.
Los muñecos de silicona están computarizados y se pueden programar para estudiar distintas enfermedades. Luego, se realiza una devolución, un informe que explica al alumno qué hizo bien y en qué se equivocó. Los simuladores permiten a los estudiantes practicar una y otra vez, y cometer errores sin generar ningún daño. Esto permitirá minimizar el margen de error cuando se enfrenten a un paciente.