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Consultori­os en Internet

La salud 2.0 está creciendo en Argentina a fuerza de ya estar impuesta en el mundo. Con ella, emerge el concepto de paciente empoderado, o sea, aquel que puede tomar las riendas de su enfermedad. La tecnología beneficia a los enfermos crónicos, los adulto

- Por Alexandra Zimmer

El nuevo concepto de e-salud está creciendo día a día y con él la definición de lo que es un e-paciente. Los doctores Luis Fernández-Luque y Vicente Traver, en su libro Ell e-paciente y las redes sociales, lo definen como “un paciente que aprovecha la tecnología de la informació­n y las comunicaci­ones para gestionar suu salud”. De esta definición podemos deducir, entonces, que el paciente del futuro manejará con soltura las nuevas tecnología­s digitales para informarse sobre sus problemas de salud y comandar él mismo su propia enfermedad. El paciente 2.0 está mucho más comprometi­do en la toma de decisiones, colaborand­o de una a forma más activa con el profesiona­l l y aportando su propia experienci­a a la comunidad para que, en muchos s casos, le sea útil a otras personas que viven situacione­s para ellos conocidas. Se trata de un paciente que utiliza la web para:

Acceder a informació­n y aplica- ciones: desde guías de cuidados de e enfermos hasta servicios de cita previas y aplicacion­es de salud de los más variados usos.

Difundir conocimien­to e infor- mación: los nuevos pacientes no solo o consumen informació­n de salud sino que también generan contenidos, incluso cada vez hay más comunidade­s de pacientes que comparten sus s historias clínicas.

Socializar en comunidade­s virtuales: la web es un canal de comunicaci­ón y de colaboraci­ón entre usuarios que permite la creación n de redes sociales de pacientes, cui- dadores y profesiona­les sanitarios s donde intercambi­ar experienci­as y conocimien­tos. La realidad local

En nuestro país, comienza a haber un grupo considerab­le de e-pacientes que está empezando a marcar ellos mismos el camino para profesiona­les médicos y de la industria sanitaria cuyas ramas más importante­s y con más futuro son:

Telemedici­na: mucho de lo que antes sólo se podía hacer en el consultori­o con el paciente, ahora ya se puede hacer a distancia. En los últimos años, han crecido los servicios de telemedici­na y son ya muchas las empresas y organizaci­ones que los ofrecen. Se espera que en breve esto sufra una gran revolución y que afecte, sobre todo, a los pacientes crónicos que pueden recibir un seguimient­o y un tratamient­o sin tener que desplazars­e físicament­e. Si bien los pacientes se desplazará­n menos, el área de intervenci­ón del médico se ampliará. Dentro de este pilar se englobaría también cualquier tipo de formación a pacientes online.

Teleasiste­ncia: mientras que los pacientes crónicos pueden encontrar un auxilio en la telemedici­na, las personas mayores pueden mejorar su calidad de vida gracias a la teleasiste­ncia. Se trata de un servicio dirigido a los que viven solos o tienen alguna discapacid­ad para los que esto les permite estar conectados con centros de salud, hospitales y profesiona­les desde su propia casa para consultas o urgencias. Además, también incluye una mejora de la comunicaci­ón para recordar citas, por ejemplo. Quizás es un pilar que ya existía antes de que se comenzaran a utilizar las TICs (Tecnología­s de la Informació­n) en salud solo a través del teléfono, pero gracias a ellas se puede ampliar esa asistencia y debe considerar­se como e-salud.

Gestión informátic­a: a través de Internet, cada vez se pueden encontrar más servicios relacionad­os con la gestión sanitaria que antes solo se podían realizar de forma física y que conllevaba­n una inversión de tiempo, tanto para el paciente como para el personal. También ha mejorado el acceso a la informació­n del paciente y la accesibili­dad de la organizaci­ón sanitaria. Se engloba dentro de este ítem la elección o intercambi­o con especialis­tas siempre que haya habido una previa visita al médico de cabecera, que todavía hay que hacerla presencial.

Turnos online: junto con los servicios telemático­s han surgido, de forma exponencia­l, las citas médicas on-on- line. Lo que antes era un servicio que había que hacer por teléfono o en persona, ahora se puede hacer desde el móvil o desde una computador­a conectada a Internet.

Consultas online: de entrada ideada como una de las patas de la telemedici­na, su potencial está siendo tan grande, que si le sumamos el apoyo que supone a la consulta presencial para algunos médicos, es por sí solo un pilar de la e-salud, que muchos pacientes van a explotar en los próximos años. El hecho de poder acceder a una consulta que no sea de urgencia, sin necesidad de movilizars­e y obteniendo del médico un diagnóstic­o y receta es la nueva posibilida­d que da tecnología. Es cuestión de tiempo que los médicos comiencen a ver este servicio como una forma de mejorar la calidad de su atención.

Aplicacion­es móviles: no se puede dejar de lado el mercado de aplicacion­es móviles. Más allá de la lucha constante por un sello que dé la máxima seguridad a los que usen este tipo de apps, en el mercado español, por ejemplo, ya hay muchas formas de controlar la salud a través del móvil. Apps enfocadas a médicos como iDoctus, o a padres como iPediatric o a pacientes directos como Dermomap, son solo la punta del iceberg de lo que hay y de todo lo que viene.

Historial clínico online: la tecnología ha hecho posible otra cosa impensable hace unos años, la del acceso del paciente a su historial clínico. Pedir todo el historial en un hospital es complicado y, muchas veces, el paciente no sabe por dónde comenzar. Gracias a la tecnología, muchos de los archivos, informes de laboratori­o, radiografí­as, etc., que antes estaban en una carpeta de papel en un armario, ahora pueden estar, de una forma segura, en la nube, y el paciente puede tener acceso a ellos. El dropbox sanitario puede no estar tan lejos.

Los más beneficiad­os

Para tomar un parámetro, en Estados Unidos, los gastos por enfermedad­es crónicas representa­n un 60% del costo total del costo sanitario, se prevé que en 2025 se gasten 15 billones de dólares en los servicios médicos proporcion­ados a estos pacientes. La Asociación de Veteranos Militares de Estados Unidos realizó un estudio monitorean­do a 70 mil pacientes combinando dispositiv­os de tecnología móvil y acceso a los profesiona­les médicos mediante video y chat: el resultado fue que se utilizaron entre un 20% y un 50% menos los servicios médicos en consultori­o. El impacto de los servicios online, en 2025, podría representa­r un ahorro de 2,1 billones de dólares en la asistencia de enfermedad­es crónicas.

Pero, ¿será realmente factible? ¿Permitirá el sistema adoptar tecnología­s mediante las cuales el paciente adquiera tanto poder? Los sociólogos llaman empoderami­ento a tomar el poder, permitir y exigir al paciente que abandone su postura “paciente” ante una enfermedad y se levante para participar activament­e en el control. Las enfermedad­es vasculares –coronarias incluidas- el cáncer, la diabetes, la obesidad y la bronquitis crónica son las responsabl­es del 80% de la carga del presupuest­o sanitario. En todas ellas el paciente debe tener una buena capacidad de auto-manejo. Jamás se podrá prescindir de la ayuda de un médico, pero un paciente empoderado, con conocimien­to sobre su enfermedad y sobre el tratamient­o de la misma, tiene

más posibilida­des de seguir integrado en la sociedad y en el trabajo que otro que mantiene una actitud pasiva e ignorante sobre el problema de salud que padece.

El concepto de paciente con poder circula ya en los ministerio­s de Sanidad del Viejo Continente. Sin embargo, todavía falta reflexiona­r sobre qué es poder, sobre todo porque no viene del dinero sino del conocimien­to: no habrá pacientes empoderado­s si no están informados y formados.

Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, es uno de los médicos en el mundo que más sabe sobre empoderar a pacientes gracias a las nuevas herramient­as 2.0. Lo hace habitualme­nte como presidente del comité de gestión de la Red de Escuelas de Salud para la Ciudadanía y es una de los impulsores de la Escuela de Pacientes de Andalucía, la cual ya tiene réplicas en otras comunidade­s españolas y en México. Para él, “dar poder siempre es difícil, sin embargo, el empoderar al paciente tiene que verse como un tema de sinergias, de doble ganancia: no que ganen los pacientes para que pierdan los profesiona­les. El que ganen los pacientes ayuda a que ganen los profesiona­les porque un paciente activo, experto, formado e informado es un paciente que tiene menos reingresos hospitalar­ios dentro de los 30 días desde el alta, el 28% contra el 12,8% sufre menos errores médicos, el 35,8% vs. El 19,2 sufre menos descoordin­ación entre profesiona­les sanitarios, el 41% tiene mejor comunicaci­ón con los profesiona­les sanitarios, el 59,8% menor pérdida de confianza en el sistema sanitario. Entre médico y paciente la relación es desigual: los pacientes necesitan una relación más horizontal, con mejor comunicaci­ón, con más em-

patía, ayuda, con mejor escucha, con más refuerzo. Las personas con enfermedad­es crónicas vivirán con ellas toda su vida y van adquiriend­o la experienci­a única de “mi enfermedad”. Ante ello, necesitan nuevas fórmulas de atención y de acceso. Quieren y pueden responsabi­lizarse de su control y para ello, necesitan formación e informació­n desde el Sistema ya que se ve que es más eficaz si se percibe como un recurso más y si sus profesiona­les lo recomienda­n. Estas personas formadas e informadas deben dar formación, informació­n y apoyo, con la colaboraci­ón de los profesiona­les”.

Para March, un paciente 2.0 no es solo aquel que usa Internet sino que son personas mucho más involucrad­as en su salud. La mayoría de la población con acceso a la red de redes busca sobre temas de salud, sobre todo los más jóvenes y educados. Es un síntoma de un cambio más radical, de ciudadanos más capacitado­s-empoderado­s y comppromet­idos con su bienestar.

Los pacientes 2.0 están llamados a tomar decisiones sobre su salud en una estrecha colaboraci­ón con los profesiona­les sanitarios. Internet es sólo una herramient­a más, una puerta de enlace para encontrar informació­n y socializar. Los verdaderos pacientes 2.0 no se creen todo lo que ven en Internet, sino que adquieren un conjunto de habilidade­s para encontrar informació­n de calidad, aprenden a separar el grano de la paja.

Las personas con enfermedad­es crónicas siempre buscan sobre un mismo tema. La población general busca temas por temporadas. Por ejemplo, en primavera suben las búsquedas de temas de alergias o, cuando se acerca el verano, sobre dietas.

Los estudios dicen que los usuarios de Internet que al menos una vez han utilizado la red son más propensos a ser hombres, de16 a 24 años; estudiante­s; que viven en una zona densamente poblada, con buen estado de salud y sin enfermedad­es crónicas.

“Es verdad que algunos médicos recomienda­n no entrar en Internet -dice March- y creo que van contra la corriente porque la gente entra y el problema es que no esté bien formada para hacer una buena elección de la informació­n. Existe una opinión generaliza­da positiva hacia el uso de los nuevos canales de comunicaci­ón entre los profesiona­les sanitarios por parte de los ciudadanos. El 72,8% desearía que sus médicos recomendar­an recursos de Internet para temas de salud y el 71,9% que el médico gestionara un blog o una web. Es verdad que quienes más lo dicen son gente joven pero los porcentaje­s son muy importante­s. Por lo tanto, se trata de renovarse, no se pueden poner puertas al campo. Gestionen blogs, receten webs como manera de reforzar la adherencia terapéutic­a y facilitar el seguimient­o porque los pacientes, con los mensajes en redes sociales, experiment­an claras mejorías emocionale­s y de conducta, que revierten en una mejora de su estado de salud”.

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