Plantas acuáticas
Difíciles pero no imposibles, su cultivo da paso a una nueva perspectiva en la jardinería: el paisajismo acuático. Nenúfares, camalotes y agua: un lugar para la calma
El hombre ha utilizado desde siempre el agua en los jardines. En el antiguo Egipto, Ramsés III (1225 a. C.) ya hacía construir lagos para mantener en ellos planas acuáticas: lirios y nenúfares. También los incas, la China antigua y Japón. En Europa el agua tuvo un gran protagonismo en los jardines clásicos franceses o en los jardines ingleses paisajistas del siglo XVIII. Aún hoy, en España, se conserva la antigua tradición árabe de situar una fuente o estanque en patios y jardines.
Y es que un jardín acuático tiene otra dimensión. El agua es luz, movimiento, frescor. Es el origen de la vida. Y tener una zona de estar, a la sombra y con la visión del agua, es alcanzar la calma.
Por pequeño que sea tu jardín, siempre puede haber lugar para que coloques una fuente o un pequeño estanque en el que vivan algunas plantas acuáticas, fáciles de cultivar. Y si en tu jardín hay poco espacio, podés usar tinajas grandes, una pileta o medio barril. Pero es posible construir un jardín acuático en miniatura y hasta podés tener un pez.
Sol y agua
Estas plantas necesitan de 4 a 6 horas de sol al día, por tanto, el estanque debe estar en un lugar soleado. El emplazamien- to ideal sería un lugar que dé la sombra a mediodía. El estanque debe ser relativamente pequeño y poco hondo, con apenas menos de veinte centímetros de profundidad, porque la mayoría de las plantas acuáticas son sensibles a la profundidad del agua.
Existen cuatro tipos: las de aguas profundas, flotantes, oxigenadoras y de riberas, y hay un quinto que son plantas para ubicar cerca del estanque.
Las flotantes, como el camalote, el helechito de agua, la lentejita de agua y el repollo de agua se "plantan" simplemente echándolas simplemente en la superficie. Son plantas que tienen la capacidad de crecer flotando libremente en el agua sin necesidad de arraigar porque sus raíces están sueltas, en lugar de arraigadas en macetas o en el fondo, como las de aguas profundas. En su mayoría, exceptuando el camalote, son resistentes a las heladas y excelentes para combatir las algas, absorben los nutrientes disueltos en el agua y hacen sombra, disminuyendo la temperatura y los niveles de luz del agua. Lo que permite refugio a los peces.
A la maceta
Con las temperaturas intensas de Buenos Aires y las pocas posibilidades de que ver por aquí una helada bajo cero, mantener una planta acuática es factible. El nenúfar o la lechuga de agua, a bajas temperaturas, suelen helarse, pero si en primavera se les corta las hojas congeladas, enseguida comienzan a brotar.
Las de aguas profundas, como los nenúfares y las palustres, deben plantarse en recipientes antes de ponerlas en el estanque. De esta manera, podrás sacarlas para dividir los rizomas, abonarlas, cambiarlas de sitio y trasplantarlas cuando el sustrato esté empobrecido. En macetas, se controla mejor su desarrollo. La tierra debe ser negra fértil, sin que haya recibido fertilizantes químicos. Se puede mezclar con turba y un poco de arena de río. Añadí estiércol o bien media cucharada de harina de hueso. Son dos fertilizantes naturales que dan muy buen resultado. Para completarlo, echá algunos gránulos de fertilizante de hierro. Recordá que es la primavera la época para cultivarlas.
Recortá un poco las raíces antes de meterlas; introducí la planta y rellená con tierra hasta el cuello.
Finalmente, cubrí la superficie de la maceta con una capa de 3-5 cm de grava o canto rodado. De esta manera, los peces no podrán escarbar en ella, algo que les encanta.
El acercamiento de los aficionados a las especies de plantas acuáticas proporciona una nueva perspectiva a la jardinería, introduciendo el concepto de paisajismo acuático. Plantas, madera, peces y rocas logran paisajes de ensueño, a medio camino entre la tierra y el agua.