Unirse en cuerpo y alma
El Tantra se distingue del acto amoroso normal por la concentración en la respiración y la canalización de energía. Utilizar el placer sexual es sencillo pero no fácil. Tenemos incorporado el sexo como una experiencia puramente física que puede estar desprovista de amor y, de hecho, más placentera si no hay amor de por medio, combinado con la represión de la sociedad, creencias como que el sexo es sucio y es malo. El Tantra muestra lo que ya está en la mente, a través de la meditación, enraíza la intención del amor. Mediante los rituales y ceremonias de encuentro, se busca la unidad: primero la física, conocer el cuerpo del otro como si fuera el nuestro. La unidad física conduce a la unidad emocional. Al combinarse con la emoción, el placer físico se transforma en pasión. La pasión es fuego y vida de una relación, la sustancia interior que motiva la compasión por el prójimo, el lenguaje del corazón. Una vez conseguida la unidad emocional, vamos por alcanzar la unidad espiritual, canalizando la pasión física y emocional hacia el interior, hacia el corazón y el alma de nuestro compañero y hacia nuestra propia alma y corazón. La pasión alimenta el objetivo de Tantra: trascender nuestra conciencia limitada e incorporar más profundamente la comunión y unidad con el universo, la vida o Dios.