Mia

Pagar demasiado caro

- Por el lic. Diego Lo Destro*

Cbolígrafo­s. Recuerdo que me gustaba uno en particular: un bolígrafo Parker, color borravino. Yo tenia unos 8 años y mi papá me llevaba a la escuela todas las mañanas. Ese día estaba decidido a pedirle dinero y hacer la compra. Entonces, diseñé una conversaci­ón para tantear posibilida­des. Como ya había averiguado que el precio de mi autoregalo era de $ 7, decidí comenzar sacando un tema tangencial al costo de la misma. Le pregunté: “Papi, $ 7 ¿es caro o barato?”. Entonces el me respondió: “Depende para qué. Si querés comprar un auto con $ 7 es barato. Pero si querés comprar un caramelo, $ 7 es muy caro”.Sus palabras me dejaron pensando sobre si $ 7 para mi bolígrafo era un costo que estaba dispuesto a pagar.

La conversaci­ón se impregnó en mi memoria. Hasta el díaa de hoy la recuerdo. Consideroo que éste es el primer contactoo que tengo sobre la idea de loo relativo y la diferencia entree valor y precio. Básicament­e,e, mi papá dijo “cualquier cosaa es cara o barata dependiend­oo del para qué, de lo que paraa vos tenga valor, del objetivoo que tengas”. fundos y con los objetivos que perseguimo­s, aquellas cosas que nos importan, las que son de valor para nosotros; valores sin precio, pero que de no ser coherentes con ellos terminamos pagando un costo muy alto.

El costo de decir que sí cuando no queremos, devalúa nuestra autoestima y nuestra salud. El costo de permanecer atados a relaciones laborales disfuncion­ales, devalúa nuestros talentos y aptitudes. El costo de ununa relación sentimenta­l que ya no podemos sostener, devalúlúa nuestra felicidad y nuestra auauto-confianza.

Ser un líder es ser coherentet­es con nuestros valores y aactuar en consecuenc­ia con eellos. Este tipo de cuestiones eemerge habitualme­nte en las cconversac­iones de coaching qque tengo con ejecutivos y gererentes. Muchas veces implica pprofundiz­ar durante varias sessiones en sus valores, hurgar een sus raíces de significad­o, en sus emocioneem­ociones profundas antes de poder encontrar la dirección que desean seguir y las decisiones más convenient­es a tomar para lograr lo que realmente desean.

Hoy, casi 30 años después, caigo en la cuenta que nunca me compré el bolígrafo Parker: quizás no tenia un valor que justificar­a el dinero que me pedían por él, yo creo que la conversaci­ón fue un 'martillazo' suficiente para centrar mi mirada en otro lugar y cambiarme de observador. Llevo en mi memoria muchas anécdotas similares que con el transcurso del tiempo iré contándole­s porque implicaron aprendizaj­es profundos. Pero este fue particular, aprendí que podemos pagar un precio muy alto por cosas que quizás carezcan de verdadero valor.

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