BELLEZA.
Protectores solares
La liberación de determinadas sustancias –como endorfinas y melanocortinas- capaces de influir sobre el ritmo bioenergético del organismo sería un posible mecanismo de acción que explicaría la sensación de calor envolvente, la relajación, la acción energizante y antidepresiva que se resume en la típica y archi escuchada frase: “Tomar sol me carga las pilas”.
Pero la exposición excesiva y reiterada acarrea daños irreversibles en la piel, favorece la aparición de cánceres cutáneos y acelera el envejecimiento de la piel.
En los últimos 10 años la población ha comenzado, muy gradualmente, a tomar conciencia de que la protección solar es necesaria, casi indispensable. Se podría decir que del “nos ti-
ramos al sol como lagartos” hemos pasado al “nos exponemos pero con un poco de protector.” Al respecto, la Dra. Rita García Díaz, dermatóloga, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología y asesora científica
de Bagó, explica: “la población está informada sobre el uso de protectores solares pero aún hay resistencia a su uso, especialmente de aquellos de muy alto espectro, ya que van en contra de una pauta cultural muy arraigada sobre la relación directa entre sol y salud, bronceado y belleza”.
Fotoprotección responsable
Entonces, sin cuidados adecuados, una prolongada exposición puede causar quemaduras, manchas, pecas, arrugas prematuras (fotoenvejecimiento), atacar la grasitud natural de
la piel, generar radicales libres (que son sustancias tóxicas para las células). Además, a lo largo del tiempo, la exposición sin cuidados aumenta el riesgo de desarrollar melanomas, que “aparecen como una mancha nueva en la piel o a partir de la transformación de un lunar preexistente, tienen un color marrón oscuro con distintos tonos y bordes irregulares, y si no se lo diagnostica precozmen
te, puede comprometer la vida”, alerta la Dra. Gabriela Berengust, dermatóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Por eso, es importante protegerse del sol durante todo el año, aunque en el verano los rayos solares cobran mayor intensidad y se requiere de mayor protección. Los rayos ultravioleta del sol nos alcanzan y afectan en todo momento, aún cuando el cielo está nublado, y penetran hasta un metro de profundidad en el agua. Las gotas entonces, actúan en la piel como lentes de aumento, multiplicando la intensidad de los mismos.
Como ejemplo, basta considerar el hecho de que apenas cinco quemaduras solares en cualquier momento de la vida duplican las posibilidades de desarrollar cáncer de piel. Según