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La decisión de ser joven

- Por Lic. Berta Spaini*

Amedida que pasa el tiempo y los años se van sumando, la idea de vejez empieza a generar más de un bajón anímico.

La relación con el mundo se condiciona por la propia mirada teñida de las construcci­ones más particular­es. Van desde el ridículo que supone no considerar la edad cronológic­a al vestirse o al relacionar­se, hasta empañar con una inapropiad­a sensación de vejez, la posibilida­d de vivir sensacione­s verdaderam­ente estimulant­es como tener una pareja más joven o, simplement­e volver a enamorarse. El deseo es autocensur­ado y prohibido en lugares innecesari­os y a veces, con mucha crueldad. Se cierra la puerta a los estímulos que se consideran “para los jóvenes” y esta selección se realiza con mucha y equivocada liviandad. Más bien con prejuicios. Es así como el miedo a ser feliz, termina coartando la audacia de los permisos, en pos de una defensa vencida, dee “las buenas costumbres”.

Pero, ¿qué es ser joven? ¿Quéé se entiende por juventud? ¿Es laa edad un indicador de juventud o de vejez?

Expertos de todo el mundo tra-abajan para darle al ser humano una llarga y bbuena vida.id Muchosh se abocan al estudio de la cura de las enfermedad­es, a la salud física. Y es lógico, esta preocupaci­ón por el tema reside en el correlato directo que tiene la salud física con la vida y la muerte. Otros se ocupan de la estética. Cómo te ves, qué aparentas. Belleza y juventud han sido hermanas durante mucho tiempo. Es un parentesco que nos quita el sueño y su búsqueda constante, un karma. La soberanía del espejo. física una salida de la angustia por el paso del tiempo. Creer ingenuamen­te en la solución de las apariencia­s. Las apariencia­s pueden ser una ayuda y un placer, nunca una solución a la angustia provocada por el correr de los años.

Y aquí es dónde claramente podremos encontrar la respuesta sobre la juventud. La juventud nos dura lo que nos dura sentirnos joven. La salud y la belleza, no son determinan­tes. Las personas que viven más años, además de cuidarse físicament­e, se aman. Se tratan con cariño cultivando un sano narcisismo que les permite ser más cariñosos consigo mismos. Privilegia­n su estado de ánimo cultivando un positivism­o que no se escapa de la realidad sino que la interpreta de manera que no enferme. Comparten su tiempo con la familia y conservan las relaciones con sus papares. Se ríen seguido, y por cosas simples. No guardan rencor, no se quejan mucho. Tienen proyectos, y paciencia. Se adaptan a lolos cambios. Tienen una adecuada tolerancia a la frustració­n. Se mantienen física e intelectua­lmente activos.

La autoestima juega un rol fundamenta­l a lal horah ded definirse y a la hora de sentirse. Es importante cultivar una autoimagen que fortalezca y que pueda aceptar el paso del tiempo gracias al enriquecim­iento de los aprendizaj­es transitado­s y las etapas superadas. El apoyo en las sucesivas virtudes, propias del crecimient­o, promueve áreas de la persona más acordes con su edad. Así, se construye una identidad dinámica e inteligent­e. Así no se envejece, así se crece. De adentro para afuera. Agradecido­s por una larga vida. Espiritual­mente involucrad­os. Maduros. Sensatos. Lúcidos.

Entonces, aunque cueste creerlo, ser joven no es solamente un estático y pasajero estado.

Ser joven es una decisión. Una decisión que se puede tomar de viejo.

Crecer no es envejecer

Las posibilida­des de conservar el cuerpo sano y vital son muchas y muy variadas. Hacer actividad física, y mantener un peso saludable, nutriéndos­e adecuadame­nte, es fundamenta­l. Respetar los controles médicos, dormir lo necesario y distraerse un poco cada día, son también indicacion­es para estar lo mejor posible.

En cuanto a la necesidad de “verse joven”, aquí puede haber una búsqueda razonable, y por tanto bienvenida, pero cuidado, se puede caer en una trampa bastante común: buscar en la belleza

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