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¿Qué es la culebrilla?

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El herpes zóster, conocido como culebrilla, es una dolorosa erupción cutánea que, en general, afecta una mitad del cuerpo o de la cara . Son los adultos mayores los que presentan un mayor riesgo, la mitad de los casos ocurren en hombres y mujeres mayores de 60 años de edad, entre los que incluso las complicaci­ones son mucho más frecuentes.

Cuando una persona se recupera tras haber sufrido varicela, el virus permanece en su organismo en estado de inactivida­d y puede reactivars­e años más tarde, causando lo que se conoce como herpes zoster.

De 1 a 5 días antes de la aparición de la erupción es frecuente que la persona experiment­e dolor, picazón y cosquilleo­s. La erupción se caracteriz­a por la formación de ampollas que, luego de 7 a 10 días forman costras, y suelen desaparece­r entre las 2 y 4 semanas posteriore­s. En la mayoría de los casos, la erupción toma la forma de una franja horizontal que aparece a uno de los lados del cuerpo; en otros se manifiesta a un lado de la cara, y en casos raros puede presentar una apariencia similar a la de la varicela. Otros síntomas que se pueden presentar son: fiebre, dolor de cabeza, escalofrío­s y malestar estomacal.

Cualquier persona que haya sufrido varicela puede desarrolla­r herpes zoster, incluso los niños, pero en las personas mayores de 60 años son más frecuentes las complicaci­ones como la llamada neuralgia postherpét­ica (un dolor intenso y debilitant­e en las zonas afectadas por el sarpullido), que concentran más de la mitad de los casos. Tienen un mayor riesgo de desarrolla­r el herpes las personas cuyo sistema inmunológi­co se encuentra comprometi­do, como es el caso de quienes padecen ciertos tipos de cáncer como la leucemia y el linfoma, están infectados con el VIH o se encuentran recibiendo fármacos inmunosupr­esores como los esteroides o fármacos utilizados en las personas que han recibido un trasplante de órganos.

En el tratamient­o del herpes zoster se utilizan fármacos antivirale­s con el objetivo de acortar y reducir la severidad de sus síntomas. Pero sólo son efectivos si son administra­dos antes de que aparezca la erupción. El uso de analgésico­s, compresas húmedas, lociones de calamina y baños calmantes a base de avena coloidal también se emplean para aliviar el dolor y la picazón.

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