EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES
Buenos trabajos en una obra impactante y dura
Si bien la obra es de un catalán, Josep María Miró, el tema tiene una enorme actualidad y vigencia en nuestro país y, tal vez por eso, es que atrapa desde el principio, con una puesta atrevida y perturbadora de la directora Corina Fiorillo y los diálogos del autor, cargados de erotismo, intención y frases que causan polémica e inquietud en los espectadores. La pieza retrata una situación particular, cuando un profesor de natación tiene un gesto tierno con uno de los niños de su clase. A partir de esa actitud aparentemente inofensiva, se enciende la llama de las suposiciones y de la desconfianza, que arrastra al protagonista, a sus compañeros y al mismo espectador a un estado inquietante de sospechas y resquemores. Gestos que parecen inocentes se observan con prejuicio, generando una presión para tomar partido entre lo que se dice, lo que se asume y lo que debería ser. Cuatro personajes en escena que representan a toda una sociedad: la dueña del natatorio (Beatriz Spelzini), una mujer muy solitaria y especial; dos profesores de natación, uno de niños y el otro de preadolescentes (Esteban Meloni y Martin Slipak), y el padre de uno de los chicos (Nelson Rueda) que en realidad termina representando a todos los padres que envían sus hijos al lugar. Uno de los chicos tiene miedo a meterse en el agua sin flotador y el profesor, (según dice) para que no llore, lo acaricia y le da un beso. La escena trasciende las paredes del natatorio y se va magnificando entre los niños primero y entre los padres después hasta crear un verdadero clima de drama. ¿Fue un gesto legítimo y cariñoso o el comienzo de un abuso? Un excelente trabajo de los cuatro protagonistas, un texto que provoca y subleva y un desnudo frontal masculino poco frecuente en la actualidad teatral. La escenografía y las luces tienen una importancia fundamental para la resolución de la prolija y acertada puesta de Corina Fiorillo. Para salir reflexionando del teatro.