COACHING. Qué vemos cuando miramos
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho camina
El acto de observar remite al tipo de ser que somos y la manera de conducirnos en la vida, la forma en que existimos, nos emocionamos y nos vinculamos con otros. Observar quiere decir proyectar quiénes somos al construir la inmensidad del mar que habitamos: nuestro propio y particular mundo.
Somos los responsables del mundo que observamos y construimos con la mirada. Aun así, inundados de esa inmensidad inevitable, ante determinadas circunstancias como decisiones importantes y trascendentes, nudos de difícil disolución, podemos necesitar ayuda para mirar.
Pedir ayuda para mirar no implica despojarnos de nuestra mirada, deshacernos de nuestra manera de ver las cosas, solo quiere decir estar dispuestos a recibir guía para que la realidad que vemos no nos devore en su inmensidad.
Pedir ayuda para mirar es el acto supremo de humildad que invita a otro a ingresar en nuestro mundo con el solo propósito de que nos asista en manejar juntos eso que ahora nos inquieta y no sabemos cómo enfrentar.
Pedir ayuda para mirar también es darnos permiso para acepy tar que nuestra forma de ver puede ser insuficiente para lograr lo que queremos, que necesitamos de la mirada y la forma de observar las cosas del otro, para que nos complete el panorama.
Muchas veces la sombra que vemos no es otra cosa que nuestra mirada limitada que no nos permite observar la otra cara de la luna. Al aceptar que nuestra mirada no es la única, cobramos dimensión de nuestra pequeñez, adoptamos una forma de ver la vida que permite aceptar la posibilidad de que podemos pedir los ojos de otros para observar diferente.
Gran parte de los problemas relacionales a los que nos enfrentamos, se deben a encerrarnos en nuestra única forma de ver las cosas. Confundimos, en nuestra ceguera, la forma de ver con la realidad que observamos. Dejamos de cuestionarnos para vivir prisioneros de una certeza que nos brinda una aparente seguridad ante la angustia que nos da la incertidumbre de saber que nuestra mirada no puede abarcarlo todo.
A la vez, somos esclavos de la forma particular que observamos, creemos ser amos de esa Verdad incuestionable, ineludible e inalterable. ¿Cuántas relaciones y vínculos se han roto por no aceptar que nuestros ojos no son los únicos que pueden ver? Preferimos las cadenas de tener razón, a la libertad de aceptar reconocer que podemos enriquecer nuestro mundo al invitar al otro a ayudarnos a mirar.
Los grandes líderes son aquellos que tienen la habilidad de mirar distinto, de ver lo que nadie más ve, de observar posibilidades donde el resto solo ve dificultades.
El coaching es una profesión que entrena para mirar y observar de diferentes maneras, una forma de librarnos de la oscuridad de la caverna y dejar de mirar sombras proyectadas en una pared, para ver un mundo nuevo y más rico.