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Cuando elegimos un perfume debemos saber que hay ciertos factores que van influir en el aroma y la duración: desde el PH, los hábitos alimenticios, la sudoración y hasta el temperamento. Por esto, una fragancia puede quedar distinta en una persona u otra y, dependiendo de sus ingredientes, se clasifican en familias aromáticas, de acuerdo a las características más significativas:
Florales: flores como rosas afrutados, flores de Azahar y los ramos verdes Aldehídos o recién cortados como el narciso, son los componentes más importantes.
Acaramelados: incluyen las fragancias dulces y frutales compuestas por notas de chocolate, vainilla y leche que también se asocian a toques de musgo, madera y especias. Suelen mezclarse con aromas florales para crear cócteles frescos.
Orientales: sus aromas tienen un toque sensual y cálido como el almizcle, vainilla, maderas preciosas y flores exóticas dando como resultado perfumes refinados y cautivadores.
Especiados: de carácter fuerte y fácilmente reconocibles, se incluyen los perfumes con corazón de madera que se utilizan en fragancias masculinas dando un toque seco y elegante.
Gourmand: incluyen notas como la miel, chocolate, la vainilla o el dulce. Cítricos: son aquellos perfumes entre cuyos aromas resaltan el limón, la naranja, el pomelo y la bergamota.
La fijación de los perfumes: es la técnica que se utiliza para prolongar el efecto de una fragancia en las notas de salida, medias y bajas. También se utiliza la fijación para disminuir la evaporación de los aceites volátiles y aumentar la adherencia de las notas del perfume, obteniendo una volatilidad progresiva y decreciente hasta llegar a las notas base. Esto es lo que distingue a un buen perfume de los demás.