HIJOS. Tendencias en crianza bajo la lupa de un maestro pediatra
Teta y brazos sin límites, hijos y padres durmiendo en la cama matrimonial, que coma lo que quiera: las actuales corrientes de crianza avanzaron cuando aun no se habían terminado de discutir los castigos. Sin duda, cambió la cultura y los padres y eso lo
Además de la infinita cantidad de niños a los que acompañó a crecer en su consultorio, el Dr. Jorge César Martínez tuvo otro hijo que acaba de cumplir 25 años: su libro “El increíble mundo del recién nacido”, reeditado y actualizado este año, por 8ª vez. En todo este largo tiempo de practica de la puericultura, la pediatría y la neonatología (ver recuadro), el Dr. Martinez ha visto pasar el “no” y “sí militante” a la lactancia materna, dar de mamar 3 meses a 1 año y medio como pide la Organización Mundial de la Salud, madres que no trabajaban a las culposas por muchas horas fuera del hogar, padres desconocidos a hombres que van con sus niños a la consulta pediátrica. En los últimos 25 años fueron muchas las tendencias que se impusieron y las que se desterraron para siempre en la crianza de los hijos durante los primeros años de vida.
¡Me vuelven loca!
En el último tiempo y desde las redes sociales, muchas madres famosas salieron en defensa del colecho y la crianza de apego: si todavía no sabés de ellas, te contamos qué son en recuadros aparte en esta nota. Ahora, está llegando desde el mundo el baby-led weaning (BLW), algo así como destete dirigido por el bebé. Mientras muchas mamás primerizas se debaten con las grandes primeras dudas, les llegan estos bombardeos mediáticos:
“¡tu bebé tiene que dormir con vos!”, “¡ojo!, si el bebé duerme con vos puede sufrir muerte súbita”, “alzalo todo lo que quiera y teta a demanda es lo mejor”, “si no lo destetas a tiempo va a ser
un dependiente”. Por eso, para muchas mamás, el primer año de vida del bebé es un camino a la locura sin retorno.
Nada mejor, entonces, que consultar al Dr. Martínez sobre las nuevas y viejas tendencias, lo que pasó y lo que pasa en su consultorio, los conflictos de ayer y lo que quedan por resolver hoy.
- ¿Qué opina y que propone cuando las mamás llegan al consultorio con las nuevas corrientes?
- La ciencia de ser padres es tan antigua como la humanidad misma. Muchas veces, creyendo de corazón que ayudamos, sin querer imponemos formas de crianza y de contacto con los hijos que pueden no coincidir con la que la madre se siente cómoda y confiada. Si le imponemos algo con mucha o exagerada energía, haremos sentir mal a quien no coincide con ella: “¿estaré
haciendo las cosas mal?”, solo lograremos hacer dudar a alguien sobre cómo tratar a lo más grande que ha hecho
en su vida, su hijo. Cada mamá es única, cada bebé es único. Mi profesión de médico pediatra y neonatólogo me ha dado el privilegio de estar presente en la vida de un pequeño ser humano cuando comienza y maravillarme con su crecimiento y su especial mirada del mundo. Pero también he tenido el privilegio de acompañar a seres humanos increíbles y aprender y mucho de ellos: ¡las madres! Cuando una mujer se transforma en madre, además de la magia de producir vida, inicia un viaje hacia el corazón que revolucionará su vida. Todas las madres sienten ese sentimiento profundo y apasionado de amor a sus hijos, lo que es diferente, es la forma de expresarlo. Debemos ofrecerles sugerencias acerca de lo que los “expertos” creemos debiera ser la crianza de su hijo, pero ella y su bebé pueden tomarlas o no, eso sí, yo siempre y enfatizo que no se van a equivocar y ¿saben por qué?: porque la decisión la están tomando con el corazón.
-¿Puede actuar igual con las primerizas, más inseguras y que reclaman mayores certezas?
- En las consultas pre-natales, cuando la mamá embarazada está viviendo ese maravilloso momento en el que está evidentemente recorriendo su vida interior, charlamos y mucho de
qué mamá quiere ser, qué dudas y temores tiene, qué piensa de las nuevas propuestas de crianza, pero le reafirmo que aunque sea primeriza, debe reconocerse como la que mejor va a entender a su hijo, porque con él va a crear ese lenguaje universal y único, ese que no se escucha con los oídos sino con el corazón. Les cuento cómo el bebé vive en el útero abrazado 9 meses por su madre para que comprendan que, en la transición a la vida extrauterina, los brazos de su madre le transmitirán seguridad y seguirá sintiendo ese latido del corazón que tanto lo tranquiliza. La vida del bebé antes de nacer es un movimiento constante, aún al dormir su madre, los movimientos respiratorios que realiza son transmitidos al líquido amniótico que rodea al bebé y este continúa moviéndose y abrazándose acariciado por el líquido. Su cuerpito, una vez nacido, deja de recibir todas estas estimulaciones, que son las que muchas veces reclama el bebé y logra encontrar al ser levantado y abrazado. Si hacemos el esfuerzo de ver el mundo desde la óptica del bebé, que tiene memoria de lo ocurrido antes de nacer, creo que comprenderemos su necesidad de sentirse nuevamente abrazado, ya que ese es un claro signo para él de sentirse seguro y no malcriado cuando respondemos a su mensaje de “mamá,
no siempre que lloro tengo hambre, te estoy diciendo quiero estar otra vez
cerca de tu corazón”. Creo que nadie se malcría por recibir afecto y en este especial momento de la relación madrehijo, es preferible equivocarse en más y nunca en menos.
- En los 25 años que van desde su primer libro a la reedición, ¿cuáles fueron los cambios positivos y negativos que vio con respecto a la crianza?
- He vivido muchas transformaciones obligadas por la sociedad en el rol materno, pero lo que sigo sintiendo y valorando son los enormes esfuerzos y sacrificios de las madres por sus hijos. Ellas son capaces de comunicar a ese pequeño bebé, futuro hombre-mujer, a través de su amor cómo crecer juntos, comprender sentimientos, establecer valores y los cuidan con todas sus fuerzas a costa aún de sus propias vidas, como he sido testigo. He notado que la mujer-madre ha tomado cada vez más el rol en las fuerzas del trabajo y cada vez más este rol ocupa su tiempo de mamá. Solíamos escuchar a madres que no tenían ocupaciones laborales o profesionales decir “yo no
trabajo” cuando le preguntaban cuál es su ocupación, sin tener en cuenta el tremendo esfuerzo de criar a sus hijos a lo que no consideran un trabajo. Noto que a las mamás les cuesta y mucho dejar a sus hijos e ir a trabajar, ya en las consultas prenatales hablamos de ese tema, ¿quién cuidará a mi bebé?, ¿lo atenderán bien?, pero la principal preocupación es ¿lo entenderán bien? Noto sus voces muy preocupadas cuando me llaman desde el trabajo para contarme que su hijo tiene fiebre, tos, no está bien. Siento en su voz que, sin decírmelo, me está diciendo: “no estoy
junto a él, me siento muy mal”. Trato de tranquilizarlas, les doy todo el tiempo que necesitan, pero creo que nada es suficiente, que aunque no lo digan, se sienten malas madres por haber dejado a sus hijos. Tenemos todos que ayudarlas, acompañarlas, hacerles sentir que su importante rol de mamá de ninguna manera se resiente por no poder estar junto a su bebé en ese momento. Los abuelos aquí cumplen un rol fundamental haciéndoles sentir que aunque no estén físicamente presentes, ellos las representan y les transmiten ese acompañamiento tan especial a sus hijos.En estos 25 años me he maravillado viéndolas cumplir brillantemente su rol de mamá aún formando activamente parte fundamental de las fuerzas del trabajo.
-¿Cuáles son las actuales complicaciones que tienen las mamás con respecto a la concepción y nacimiento de sus hijos? ¿Y los papás?
- Los papás hemos pasado de ser el “gran ausente” a tener un rol fundamental en la crianza de nuestros hijos desde los primeros momentos de la gestación. En muchos casos, sus deseos de protagonismo como padres son superiores de lo que imaginaríamos. Quizás el problema de algunos padres es que no encuentran un espacio para expresar sentimientos y pueden llegar a sentir que nadie se ocupa de ellos. A los padres le pasan “cosas” con sus hijos y, a veces, muy importantes, pero algunos no encuentran espacios donde expresarlas, compartirlas, y terminan por guardarlas. También tenemos que acompañar activamente al papá. Los temores y dudas por el bienestar de su hijo pueden estar presentes, sin que a veces lo diga, porque no quiere agregar angustias a la pareja. El sueño de ser los “padres ideales” puede complicarlos a los dos.Tenemos que acompañarlos a reconocer que son padres reales y que no los ayudará idealizar. Es bueno que la pareja tenga claro que existe la posibilidad de incomunicación entre ellos por estar mirando distintos padres ideales. Debemos apoyar el diálogo entre ellos, por eso, utilizo las consultas para que hablen, planteen sus miradas y acompañarlos a que sean entendidas e interpretadas. Lo bueno es que los dos quieren lo mejor para su hijo.
-¿En qué asuntos debe hacer hincapié en el consultorio con las mamás de hoy?
- Tenemos que enfatizar desde el consultorio la importancia crucial de la comunicación humana, tratar de acompañar a nuestros pacientes a que escuchen realmente a sus hijos. Nos han enseñado a hablar, a escribir, a leer, pero no nos han enseñado a escuchar. Es fundamental escuchar a nuestros hijos. Pero es también fundamental enseñarles a escuchar. La comunicación con nuestros hijos es desde el corazón y se inicia cuando ellos nacen, si escuchamos y comprenderemos, se revelarán profundos sentimientos. Cuando escucho que una mamá dice “no me cuenta nada, no sé cómo se lleva con otros chicos, qué pasó en el jardín”, yo
le pregunto: “¿usted le cuenta cómo
fue su día? Los niños copian a sus padres, son sus grandes maestros. Si ellos son capaces de expresar realmente sentimientos, de felicidad o de pena, sus hijos estarán aprendiendo también a expresarse, a comunicarse con ellos y el mundo.
-¿Qué cree que debe cambiar y mejorar en la crianza actual de los hijos?
- La Educación para padres en la Crianza pasó de indicaciones sobre establecer muy estrictos límites, a dejar volar, crear, basándose fundamentalmente en la permisividad sin límites. En ambos casos, la creencia era que estábamos ayudando a que nuestros hijos crecieran bien, dándoles amor. Actualmente escucho en el consultorio “no quiero que mi hijo sea un malcriado, no quiero que mi hijo sea agresivo pero quiero que sepa defenderse, no quiero vivir retándolo pero quiero disciplina. trabajamos los dos, ¿cuándo debo comenzar con los límites?, ¿cuánto es demasiado? ¿le apagaré su espíritu?”.
Creo que tenemos que acompañarlos a criar a sus hijos, que representan a nuestras futuras generaciones, de una forma equilibrada. Tenemos que clarificar el concepto de nuestros hijos y el amor y la manera de cómo proyectar ese sentimiento. Hay quienes hablan de amor dulce y amor firme.
El amor dulce o tierno se transmite cuando hemos logrado adquirir la habilidad de estar relajados, cálidos, afectivos. Es la capacidad de detener el cerebro y confiar en los instintos, de desconectarse del mundo exterior para ser sólo mi hijo y yo, ser naturalmente uno mismo. No debemos forzar a que ocurra, pero sí darnos el espacio para hacerlo crecer. La capacidad de ternura, generosidad, calidez está en el interior de todas las personas, a veces surge muy fácilmente, otras necesita ayuda. Existen dos sentimientos básicos que todo ser humano necesita para vivir: sentirse bienvenido y querido. “Si me siento seguro de ser querido y bienvenido podré aceptar límites”, interpretará el hijo. “Si lo he hecho sentir seguro de ser querido y bienvenido, me sentiré autorizado y podré poner límites sin sentirme mal”, interpretarán los padres.
El amor firme o disciplina no debe ser considerado como castigo, es ayudar a encontrar límites, no es apagar los normales mecanismos de autodefensa. Es enseñar a tener comportamientos aceptables. La disciplina debe ir siempre acompañada de explicaciones. Sin disciplina, a veces, estamos creando a un malcriado. Lo importante es tener claro la faceta del amor firme o disciplina para aplicarla para lo que es realmente importante. La meta será ayudar al hijo a construir autodisciplina, que él sepa cómo comportarse en la vida sin la imprescindible presencia de sus padres.
Tenemos que adquirir la habilidad de ser amables pero firmes, la capacidad de hacer reglas claras y mantenerlas. No enojarse, pero no ser débil, no ceder ante la no aceptación de los valores esenciales de la vida, no confundir fortaleza con frialdad y dureza. Es fundamental el equilibrio entre el amor dulce y el firme. Es cierto que es difícil de lograr en todo momento. Cuando detectamos “problemas”, es señal que nuestro equilibrio debe cambiar. Se necesita apoyo y estímulo. Amar a un hijo, querer hacer lo mejor por él, estar dispuesto a aprender son los ingredientes para llegar a ser alguna vez un ¡buen padre! Pero lo importante es que seamos un buen padre a los ojos de mi hijo, que cuando crezca nos mire a los ojos y diga: “Gracias má, gracias pá, por todo lo que me han dado, aunque ustedes pensaban que no los veía”. “Si alguien alguna vez desea conocer el significado de la palabra amor, pregúnteselo a
una madre”: encontré esta frase un día y me gusta mucho compartirla. En estos tiempos, también podríamos agregar: preguntárselo a un padre.