EL OJO PEREZOSO
La visión es por excelencia el sentido del aprendizaje, las relaciones sociales y la comunicación. La detección precoz de un defecto de visión posibilita su corrección total o parcial, además de la adecuada estimulación.
La ambliopía u “ojo perezoso” es un problema visual común en niños, el cual consiste en un menor desarrollo de la visión que puede suceder incluso sin un problema estructural del ojo. Esta enfermedad produce restricciones educativas y laborales y es la causa más frecuente de pérdida visual unilateral en niños y jóvenes.
La disminución en la visión ocurre cuando uno o ambos ojos envían una imagen borrosa al cerebro. Entonces el cerebro “aprende” a ver borroso con ese ojo aun cuando esté usando anteojos. Esta patología es potencialmente reversible con tratamiento oportuno.
Las causas de la ambliopía son varias. Entre ellas, el estrabismo, por ejemplo, es una desviación del eje visual de uno de los ojos. En este caso, hablamos de ambliopía estrábica, que se produce porque el cerebro suprime la imagen recibida por el ojo desviado y, por lo tanto, no desarrolla todo su potencial visual.
Esto también ocurre en los errores refractivos (miopía, astigmatismo e hipermetropía), y opacidad como catarata, donde un ojo ve menos que el otro; por lo tanto se cancela la visión de un ojo y solo se utiliza el de mejor visión.
La disminución de la visión en el ojo desviado será permanente e irreversible si este defecto no se corrige durante la denominada época de plasticidad cerebral (hasta los 8 años aproximadamente).
El tratamiento de la ambliopía es posible en la mayoría de los casos, y solo puede recuperarse la vista normal, cuando se es niño por lo cual cuanto antes se detecte y se trate, mejor. La estimulación visual como parte del tratamiento da las experiencias que ese ojo no tuvo en su momento y estimula a nivel neurológico la funcionalidad de cada habilidad visual y perceptual. El objetivo básico, es en principio, que el niño confiera un significado a los estímulos visuales que recibe, de modo que pueda llegar a formar un proceso visual y que éste sea potenciado al máximo. Las posibilidades del niño de una mejor o peor visión se hallan correlacionadas con el momento en que aparecen las primeras respuestas a estímulos visuales y con la rapidez con que se incrementan dichas respuestas.