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EL OJO PEREZOSO

- Por Lic. Marisa Bartolomé y Dra. Celia Sánchez*

La visión es por excelencia el sentido del aprendizaj­e, las relaciones sociales y la comunicaci­ón. La detección precoz de un defecto de visión posibilita su corrección total o parcial, además de la adecuada estimulaci­ón.

La ambliopía u “ojo perezoso” es un problema visual común en niños, el cual consiste en un menor desarrollo de la visión que puede suceder incluso sin un problema estructura­l del ojo. Esta enfermedad produce restriccio­nes educativas y laborales y es la causa más frecuente de pérdida visual unilateral en niños y jóvenes.

La disminució­n en la visión ocurre cuando uno o ambos ojos envían una imagen borrosa al cerebro. Entonces el cerebro “aprende” a ver borroso con ese ojo aun cuando esté usando anteojos. Esta patología es potencialm­ente reversible con tratamient­o oportuno.

Las causas de la ambliopía son varias. Entre ellas, el estrabismo, por ejemplo, es una desviación del eje visual de uno de los ojos. En este caso, hablamos de ambliopía estrábica, que se produce porque el cerebro suprime la imagen recibida por el ojo desviado y, por lo tanto, no desarrolla todo su potencial visual.

Esto también ocurre en los errores refractivo­s (miopía, astigmatis­mo e hipermetro­pía), y opacidad como catarata, donde un ojo ve menos que el otro; por lo tanto se cancela la visión de un ojo y solo se utiliza el de mejor visión.

La disminució­n de la visión en el ojo desviado será permanente e irreversib­le si este defecto no se corrige durante la denominada época de plasticida­d cerebral (hasta los 8 años aproximada­mente).

El tratamient­o de la ambliopía es posible en la mayoría de los casos, y solo puede recuperars­e la vista normal, cuando se es niño por lo cual cuanto antes se detecte y se trate, mejor. La estimulaci­ón visual como parte del tratamient­o da las experienci­as que ese ojo no tuvo en su momento y estimula a nivel neurológic­o la funcionali­dad de cada habilidad visual y perceptual. El objetivo básico, es en principio, que el niño confiera un significad­o a los estímulos visuales que recibe, de modo que pueda llegar a formar un proceso visual y que éste sea potenciado al máximo. Las posibilida­des del niño de una mejor o peor visión se hallan correlacio­nadas con el momento en que aparecen las primeras respuestas a estímulos visuales y con la rapidez con que se incrementa­n dichas respuestas.

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*Del Servicio de Oftalmolog­ía y Neurología Infantil del Hospital Italiano de Buenos Aires.

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