Hidratación esencial de invierno
Estamos en el peor momento del año para que la piel sufra por falta de humectación. No solo le pasa al cutis sino al cuerpo. Por eso, acá vas a encontrar tu agenda de cuidado
Amedida que realiza sus procesos metabólicos y a lo largo del día, nuestra piel va perdiendo su humedad natural. Pero, en invierno, factores físicos (viento, contraste de temperaturas entre el exterior y los ambientes interiores) y químicos (smog, detergentes, etc.) dejan sus marcas bajo diversas formas, entre las que se destacan los eczemas, deshidratación, resquebrajamiento, opacidad, arrugas y envejecimiento.
La piel extraseca es un trastorno sumamente frecuente, se la observa opaca y con descamación blanquecina y al tacto, muy áspera y sin elasticidad. Por eso, humectar y nutrirla con vitamina A constantemente es un paso esencial para devolverle su belleza y salud. ¿Pero de qué se trata hidratar y humectar? ¿Son ambas una misma cosa?
Por un lado, se denomina hidratación a la incorporación de agua al organismo que se distribuye en los tejidos de acuerdo a la cantidad provista y necesidades fisiológicas de los mismos, mientras que humectación es cualquiera de los recursos dermatocosméticos que tienen como destino mejorar la retención de agua en la piel. Esto se realiza a través de diversos mecanismos: actuando sobre la barrera de la misma, mejorando las condiciones de la epidermis, aportando principios activos que estimulen la formación de piel más sana, etc.
¿Para qué hidratar?
La piel es el órgano más extenso del cuerpo y nuestra barrera de contacto y defensa con el medio ambiente. Está compuesta de distintas capas: estrato córneo, epidermis y dermis. El agua que contiene la recibe desde adentro, desde el torrente sanguíneo, pero deben darse ciertas condiciones para que pueda retenerla, y esas condiciones se dan desde afuera de la piel. Es por lo tanto cierto que la piel se hidrata desde adentro y desde afuera.
Existen dentro de la piel moléculas que repelen el agua y otras que la retienen. Estas últimas (glicosaminoglicanos, aminoácidos, aminoazúcares, nucleótidos, etc.) son fundamentales para que la piel permanezca hidratada.
El contenido de agua de la capa cór-
nea es fundamental para la salud del resto de las capas cutáneas. La córnea (que es la más externa de la piel) no se hidrata con el agua que se ingiere. Si está gruesa, deshidratada e impermeable, se produce un aumento de la pérdida del agua a través de la piel y se desequilibra.
Por lo tanto, considerando todo esto, además de tener una dieta rica en líquidos, es necesario usar productos que reparen la capa córnea y que incrementen la cantidad de moléculas que retienen el agua en la piel.
No todo es lo mismo
¿Se puede hablar de dos tipos de hidratación, de afuera hacia adentro (productos) y de adentro hacia afuera (agua)? La única forma natural de incorporar agua al organismo es a través de la ingesta de líquidos y alimentos. Los productos actúan de diferente manera estimulando y preservando los mecanismos que hacen que la piel conserve el agua que tiene y no la pierda, pero no puede incorporarse agua a través de la piel, por definición es impermeable, lo cual nos permite seguir vivos.
La piel de cada zona del cuerpo tiene características especiales dadas por la genética y por el grado de exposición al medio ambiente. El cutis tiene, clásicamente, zonas más grasas (centrofacial) y con menos lípidos (el resto). Esta característica es más marcada en las personas con acné. Como está expuesta constantemente al medio ambiente, resulta la más propensa a arrugarse y mancharse. La piel de los párpados es muy frágil, tiene un drenaje linfático más precario y está sujeta permanentemente a la gesticulación. Por eso, es una zona que hay que proteger y tratar en forma especial. El escote suele ser muy fotodañado en las mujeres argentinas, el abdomen y la espalda no tienen características especiales (salvo las estrías en el abdomen y el acné en la espalda). La manos y los pies tienen una piel destinada a ser más resistente y que se suele adaptar al modo en que se los trate (manos con manchas en personas que toman sol, pies con hiperqueratosis en personas con defectos ortopédicos o que no usan calzado adecuado). Los tra-
tamientos y productos para humectar estas zonas del cuerpo deberán tener en cuenta la particularidad de cada una. Pueden utilizarse prácticamente los mismos principios activos para cada parte del cuerpo, pero variará el vehículo, la concentración y la forma de colocarlo.
Tratamientos a medida
¿Cuándo hay que hidratar la piel? ¿En qué momento del día? ¿Después de limpiarse la cara? ¿Después de tomar sol? Todas las personas deberían tener una rutina de cuidados adecuada a su estilo de vida y tipo de piel. A la noche, se debe retirar el maquillaje o limpiar la cara y colocar el producto de tratamiento indicado para párpados y cara (generalmente son distintos) que, cualquiera sea su función, siempre tendrá como fin aumentar la humectación de la piel. A la mañana, hay que volver a enjuagar la cara y realizar otra rutina de tratamiento. Si existiese sensación de piel tirante durante el día, puede colocarse un producto que repare esa sensación. Si va a haber exposición al aire libre, es imprescindible colocar un protector solar media hora antes. La exposición solar produce un efecto de pérdida de agua en la piel en el corto y en el largo plazo, producido por la exposición a la radiación. Por eso, es importante colocar protector y luego productos que reparen la barrera de la piel (emolientes).
Una adolescente con acné (las pieles muy grasas pierden mucha agua) deberá seguramente iniciar su tratamiento muy joven. Una persona con piel normal y hábitos de vida sanos (no tomar sol, no fumar, beber mucha agua) seguramente necesitará solamente limpieza y un producto sencillo para ojos y cara. Una persona con otros hábitos seguramente deberá hacer tratamientos más complejos toda su vida por aspectos estéticos (manchas, arrugas) y por comodidad (la piel le tira).
No te olvides del cuerpo
En la epidermis hay 60% a 75% de agua. La capa externa tiene gran capacidad de retener agua, en especial, la humedad del ambiente. Si el contenido de agua es menor al 10%, la piel se deshidrata, se agrieta, se vuelve opaca, sin vida, tornando más fácil la penetración de agentes irritantes o alérgenos contactantes.
Si está sobrehidratada, su función de barrera para sustancias químicas es menos eficiente y la flora bacteriana aumenta, con mayor riesgo de infección.
Las altas/bajas temperaturas, el mar, el viento y el sol, contribuyen a deshidratar la piel. Debido a estos factores agresivos externos, la piel utiliza, sus reservas de agua que fluctúan durante el día. La deshidratación reduce el tono y la flexibilidad de la piel.
Por eso es fundamental brindar especial cuidado y utilizar productos adecuados al tipo de piel, que contengan principios activos que aporten humedad y también aquellos que mejoren su capacidad de retención, por ejemplo los que contienen ácido hialurónico (posee capacidad de retener agua en mayor grado que cualquier otro polímero natural o sintético a manera de esponja molecular), silicio (normaliza el contenido de agua de la piel asegurando su elasticidad). Estos activos podemos encontrarlos en diferentes vehículos como los geles y soluciones (ideales para pieles grasas), emulsiones y cremas.
También es muy importante la aplicación de productos con activos antirradicales libres como la Vit. C, el ácido lipoico, coenzima Q10, aceite de oliva, caviar, ADN polimerizado, DMAE (dimetilaminoetanol), Vit. A y Vit. E, que ayudan a prevenir el envejecimiento producido por las radiaciones ultravioletas.
Después del verano
La Dra. Alicia Cannavó, médica dermatóloga, especialista en dermatología de Ponds, asegura que el secreto de una buena hidratación consiste
en “ser consciente de los buenos hábitos. A partir del otoño, es el momento ideal para cuidar, proteger y humectar nuestra piel. Para eso, es esencial saber qué tipo de crema debemos usar. Por ejemplo, en las pieles grasas, deben ser más ligeras, en tanto que en las secas deben usarse aquellas de mayor oleosidad, que permiten una humectación por más tiempo. Esta es la época ideal para iniciar cualquier tipo de tratamiento, ya que al estar más alejados de la exposición al sol se evitan posibles complicaciones”.
La piel hidratada se defiende mejor de los agresores externos mostrando un aspecto saludable. La piel reseca puede dar comezón, escamarse y, en casos severos, acentuar líneas de expresión y formar grietas. La resequedad de la piel puede deberse a una afección de la misma (dermatosis), al
clima, a cambios hormonales o a la edad. Una menor concentración de aceites y lípidos en la piel que envejece causa la ruptura de la estructura interna de soporte, lo que acelera la aparición de las señales.
La especialista en piel también hace hincapié en una dieta equilibrada, rica en nutrientes y vitaminas: “Hay que moderar el consumo de alcohol y café, dejar el tabaco y tener presente que el colágeno y la elastina están estrechamente relacionados con el consumo de vitamina C que se encuentra en las frutas y las verduras. También es fundamental evitar los excesos de grasas y azúcar y acompañar la dieta con actividad física”.
Edades
Las mujeres jóvenes deben elegir una crema humectante diaria con filtro de protección solar para combatir señales de fotoenvejecimiento prematuro.
Las mujeres con pieles maduras también deben protegerse de los rayos ultravioletas. Asimismo, deben optar por cremas menos ligeras que proporcionen una nutrición completa que devuelva el resplandor a la piel castigada durante el verano. Como se mencionó previamente, es aconsejable aprovechar las horas de sueño para regenerar la piel.
Mitos y realidades
Las pieles grasas no se deshidratan: éstas tienen mucha oleosidad, pero pueden tener muy poca agua. Por eso, muchos tratamientos para pieles grasas que no contemplan ese detalle producen pieles igualmente oleosas, pero tirantes, opacas e irritables. Las pieles grasas deben utilizar productos humectantes que no tengan residuo graso, como los alfahidroxiácidos, las ceramidas y los liposomas.
Si se usan productos humectantes, la piel se llena de puntos negros: los productos humectantes deben estar compuestos por principios activos no comedogénicos (que no produzcan puntos negros). Un producto puede ser muy humectante y no ser necesariamente una crema pesada. El mismo principio activo puede estar formulado de manera diferente para las necesidades de distintas personas y sigue cumpliendo su misma función (una loción, una emulsión, un gel o una crema pesada).