Meditar para resistir el pánico
Esta práctica, así como el yoga, tienen herramientas que se ajustan perfectamente para que mente y cuerpo superen la ansiedad que se descontrola
La meditación es la clave para mantener el equilibrio entre cuerpo y mente. Una mente estresada contagia al organismo y lo hace más vulnerable a contraer enfermedades, ya que el sistema inmunológico se debilita.
Vivimos en una sociedad acelerada y exigente en la que se sufren presiones y violencia, en hechos que nos ocurren a nosotros mismos o les pasan a personas que conocemos y queremos.
Durante gran parte del día, absorbemos más información de la que podemos procesar conscientemente y, a menudo, algo de eso que pensamos que no nos afecta finalmente se queda dando vueltas en nuestra cabeza. La mente inconsciente puede percibir esas reacciones y actuar en consecuencia.
Nuestra biología fue creada para reaccionar frente a un peligro y el cerebro no diferencia si el riesgo que corremos es real o virtual. Estas dos cuestiones hacen que a veces se dispare una falsa información de peligro y más allá de si es falsa o no, el cuerpo recibe los resultados de esa información. Es decir, el cuerpo recibe desde el cerebro una señal de alarma que le avisa que está en peligro, entonces el organismo se prepara para actuar y sólo hay dos cosas para hacer: huir o atacar.
Estas dos posibilidades instintivas, primitivas y naturales en el hombre, nos han salvado y nos trajeron hasta este momento de la historia. El problema es que actualmente el “ser civilizado” nos aleja de estas reacciones, no se permite pelear porque sí, habitualmente tampoco podemos huir de esas cosas que se perciben como amenazantes. Este es el origen del ataque de pánico, un miedo total que no encuentra canal de expresión y desata lo indeseado a través de síntomas: podemos sentirnos mal, tener pulsaciones rápidas, parece que nos ahogamos, tenemos frío y calor, angustias, pensamos que nos vamos a morir.
Las 4 herramientas
La meditación ofrece 4 herramientas: Movimiento, Respiración, Atención plena y Pensamiento positivo.
Movimiento: con él podemos gastar esa energía extra que tenemos durante el episodio. ¿Cómo llegó a nosotros esa energía extra? Al encenderse nuestro
sistema de alarma, sin importar si la causa es consciente o inconsciente, nuestro organismo genera inmediatamente adrenalina que comienza a circular por la sangre a toda velocidad.Todo el proceso es muy rápido, ya que habitualmente los ataques de pánico duran 10 minutos efectivos y se pueden extender hasta media hora mientras lo superamos. Por eso, lo primero que podemos hacer es movernos para gastar esa energía extra: bailar y saltar, cantar con ganas, ponernos a hacer cosas dinámicas como limpiar la casa o jugar con los chicos o con el perro nos puede ayudar. Bailar es muy recomendado y está al alcance de cualquiera, la música permitirá que olvidemos los persistentes latidos y gastemos la energía extra mientras disfrutamos de un momento de alegría.
Respiración: cambiando la respiración podemos cambiar el estado emocional. Lo más fácil es hacer varias inhalaciones profundas y exhalar haciendo el sonido de la letra “s”, lo mejor es utilizar toda la exhalación pronunciando la letra con atención.
Atención plena: es una técnica muy preciada en meditación, que consiste en enfocarse completamente en cualquier cosa que estemos haciendo. Gracias a ese enfoque y concentración realizada con todos los sentidos y con conciencia, se logra transformar el espacio mental en el que estamos. Es decir que podemos llevar nuestra mente de la observación obsesiva del malestar que produce el ataque de pánico a la observación de los resultados de esa actividad que nos da confianza. Podemos aplicar la atención plena a cualquier actividad que nos guste realizar, como por ejemplo, hacer crucigramas, cocinar, tejer, jugar algún juego, conversar con alguien y escucharlo plenamente. Cualquier actividad que sea placentera para la persona le va a traer la posibilidad de entrenar la atención plena.
Pensamiento positivo: cierra el proceso calmando la mente.Tener preparadas frases tranquilizadoras para decir, como por ejemplo: “Esto ya me ocurrió antes y sé que el malestar es pasajero” o “esta sensación es sólo transitoria, va a pasar rápidamente” y repetirlas mientras pasa el ataque. Es muy beneficioso aceptar que el cuerpo está ansioso y que de alguna forma expresa emociones que estaban guardadas en el interior.