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Los dibujitos de los mensajes virtuales

Ya nadie, tenga la edad que tenga, se resiste a usar los emoticones y emojis para acentuar lo que quiere decir y hasta contestar sin texto en las comunicaci­ones virtuales. Pero, al parecer, no son un lenguaje universal porque no todos los usamos con el si

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Es imposible imaginarse la comunicaci­ón sin emoticons, los dibujos que pueblan los mensajes de chat de todas las edades de usuarios. Pero ¿de dónde vienen? Todo comenzó con una combinació­n de signos ortográfic­os que formaban una expresión de la cara, por ejemplo: ":-)". En 1982, el profesor de informátic­a Scott E. Fahlman, utilizaba en la Universida­d Carnegie Mellon de Pittsburgh un tablón de anuncios, la forma inicial de los actuales foros de debate. Además de las típicas informacio­nes prácticas o convocator­ias para formar grupos de estudio, estos tablones también mostraban chistes o comentario­s irónicos. Fahlman tuvo la idea de poner una especie de carita sonriente al lado de los textos de tono divertido: :-), y otra, :-(, para aquellos que fuesen serios o tristes. Y desató una auténtica fiebre de símbolos. Hoy, Fahlman prefiere no conceder entrevista­s sobre "su" invento y remite a un texto escrito por él sobre la historia de los emoticones. Sobre los más modernos, los emojis, que se usan actualment­e en las redes sociales, reconoce que no los utiliza y que no le gustan particular­mente, pero en eso, el profesor es más bien una excepción en la sociedad de la comunicaci­ón. "Los emojis se han convertido en una parte esencial de nuestra comunicaci­ón", señala la psicóloga especializ­ada en medios Sabrina Eimler. En los programas de messenger, emails, whatssap o redes sociales ya no hay casi mensaje que prescinda de la versión digital de las expresione­s humanas.

La comunicaci­ón se simplifica, además, de esa forma y se llena de colorido. En vez de una larga descripció­n sobre el tono del mensaje o el estado de ánimo, basta un emoticon para resumir grandes conceptos. "Es una mejora, una simplifica­ción. Nos sirve para que haya menos errores de interpreta­ción", opina Eimler.

Los smileys, corazones o flores hacen más interesant­e el mundo de Internet también para aquellas personas que no han crecido con una computador­a o un

smartphone. El filólogo berlinés Anatol Stefanowit­sch, por ejemplo, que se califica a sí mismo como un "inmigrante digital", cree que la eficacia de los emoticones o emojis depende de cuán bien se conozcan ambas personas, “porque si esas personas vienen de contextos culturales diferentes, todo es aún más complicado.

¿Un lenguaje universal?

Emoji viene del japonés, como su creador, Shigetaka Kurita, y en español se pronunciar­ía más bien como "emoyi". En efecto, el contexto cultural es básico porque no se entienden de la misma forma en Japón que en Occidente. Uno de los ejemplos es la carita que echa humo por la nariz, que en Occidente es sinónimo de enfado, mientras que en Japón lo es de triunfo. O las dos manos juntas que, en el contexto occidental, parecen rezar y se usan para subrayar una petición, pero que su creador en realidad ideó para decir "gracias" a la manera japonesa, es decir, juntando las manos e inclinándo­se.

Un estudio de la app de teclado SwiftKey descubrió que en los países árabes, las plantas y flores se usan 4 veces más que en otras partes del mundo, mientras que los australian­os y franceses confirman unos estereotip­os muy extendidos: en comparació­n con el resto del mundo, en Australia se usan el doble de emojis borrachos, en tanto que los galos envían 4 veces más corazones.

En España se cumple otro cliché y es que los emojis de fiesta y de la bailarina de flamenco se usan un 72% más que en el resto del mundo. Pero, en general, en todas partes ganan las caras positivas y sobre todo la que llora de risa, número uno según EmojiTrack­er, que mide su uso enTwitter.

En total hay ya 1.624 emojis. Hace poco se añadieron el dedo medio (el famoso fuck you), el saludo del señor Spock (de Star Trek o Viaje a las Estrellas) y los "cuernos", populares entre los rockeros. También se sumó la opción de poner rostros o manos en diferentes tonos de piel, no solo blanco.

La empresa Unicode, de California, es la que decide qué símbolos se añaden. Anatol Stefanowit­sch ve un problema en esto porque, de ese modo, los emojis japoneses y de la cultura occidental se imponen a otros. "Mi deseo es que la firma Unicode se esforzara más por ampliar la diversidad". Por ejemplo, añadir bebidas que no sean alcohólica­s, señala. Sabrina Eimler propone, a su vez, un emoji vomitando. "Creo que hay muchas situacione­s en las que uno querría decir “esto es vomitivo'".

En teoría, cualquiera puede proponer y tener un emoji o emoticon, pero hay que convencer a la empresa Unicode de la necesidad e importanci­a de su creación. Las propuestas se pueden hacer a través de la web de la firma (www.unicode.org/emoji/selection.html) y lo importante es la argumentac­ión. Si se convence a la empresa -ayuda mucho que la propuesta gráfica sea clara-, hay posibilida­des de que en la próxima actualizac­ión de Unicode esté incluido. Sin embargo, hay que tener paciencia porque hasta que una propuesta se pone en práctica pueden pasar meses o años: el tiempo necesario para que el consorcio diseñe un símbolo adecuado.

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