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Las intrépidas O'GORMAN

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Cabildo Abierto resolvió despojar la autoridad del virrey Rafael de Sobremonte, quien en las horas heroicas estaba a prudente distancia del conflicto. Esta decisión sirvió de trampolín para que Liniers sea proclamado virrey. Lo llamativo fue que con la misma velocidad que los porteños lo habían encumbrado, su imagen cayó en forma abrupta. ¿Qué ocurrió? No gustó nada que solicitara a la corona el noble título de conde de Buenos Aires como premio a su acción, ni que recibiera permiso para importar dos mil africanos. Pero esos traspiés políticos eran pequeñeces comparados con el disgusto que provocaba su escandalos­a relación con Ana Perichon de O’Gorman.

Juan Bautista Perichon, hermano de la amante, fue acomodado por Liniers en una misión diplomátic­a a España sin ningún mérito para integrarla. Los dos hijos de Ana, porteñitos de 5 años nacidos durante las visitas de su viajero marido Tomás O’Gorman, fueron nombrados ¡subtenient­es! La indignació­n aumentaba. Para colmo, Liniers se quedaba a dormir muy seguido en casa de Anita. Ella, además, fue vista paseándose a caballo con una chaqueta militar con charretera­s de coronel y cordón de oro. La atractiva Petaquita empleaba soldados para el trabajo en sus chacras, organizaba las tertulias más concurrida­s, disponía de custodia en la puerta de su casa y tenía vía libre para realizar negocios de dudosa legalidad. Era el monumento a la impunidad. La buena imagen del virrey había descendido al quinto subsuelo. El 26 de diciembre de 1808, en la Catedral, se casaron Juan Bautista Perichon –26 años, hermano de Ana, edecán de Liniers– y María del Carmen Liniers Sarratea, 16 años. Fue una ceremonia con toda la pompa: después de todo se casaba la hija de la máxima autoridad en el Río de la Plata. Los ánimos estaban muy caldeados y días después estalló el movimiento revolucion­ario conocido como la Asonada del 1° de enero de 1809 que perseguía deponer a Liniers. Fracasó solo porque el comandante de los Patricios, Cornelio Saavedra, se mantuvo al lado del virrey.

¿Cómo terminó esa historia de pasión y excesos entre el virrey Santiago de Liniers y Ana Perichon de O’Gorman?

Liniers estaba muy devaluado y madame O’Gorman pasó a ser, en la chismograf­ía, la Perichona. Así la llamaban, evocando a Mariquita Villegas, actriz y amante de Manuel de Amat y

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