Mia

Mimos que reconforta­n

- *Especialis­ta en tocogineco­logía y endocrinol­ogía ginecológi­ca de William Hope

El baño del bebé representa mucho más que un mero acto de higiene. Consiste en un momento de contacto entre los padres y el niño que ayuda a fortalecer el vínculo.A través del mismo, el bebé descubre nuevas sensacione­s, olores, texturas, y aprende otras maneras de jugar, estimuland­o en conjunto su desarrollo emocional, físico y social, y activando distintas vías neurosenso­riales que generan confort y placer.

Además, ayuda a que el niño empiece a reconocer su propio cuerpo al hacerse consciente de las sensacione­s del agua. Por otra parte, le proporcion­a la posibilida­d de aprender y aumentar su curiosidad, al ver que algunos elementos se hunden, que otros flotan, que algunos cambian de consistenc­ia o de color en contacto con el agua, o simplement­e ante ruidos y sensacione­s nuevas. El moverse en el agua también contribuye a fortalecer sus músculos y mejorar su postura. También, puede ayudar a conciliar el sueño, mediante la relajación muscular que provoca el agua caliente, lo que contribuye a que el bebé pueda dormir mejor.

Los papás o el adulto a cargo, lo acompañan en este ritual de aprendizaj­e, fortalecie­ndo el vínculo afectivo entre ambos.

Los diferentes estímulos sensoriale­s son siempre positivos para el crecimient­o del niño, activan los sentidos y favorecen el desarrollo cerebral. En el agua se descubre todo un mundo nuevo.

La música, por su parte, es un elemento muy presente en nuestra cultura. Se han realizado numerosos estudios sobre los beneficios que tiene en los bebés y niños, sobre todo cuando se incluye en los rituales (durante la comida, el baño, antes de dormir, etc), porque ayuda a focalizar su atención, a potenciar su capacidad de memoria, a estimular su imaginació­n y, si se complement­a con el canto, se favorece también la vocalizaci­ón y la ampliación del vocabulari­o.

Por otra parte, el masaje produce múltiples beneficios, tanto para el niño como para quien los proporcion­a. En el bebé favorecen la relajación y mejoran la calidad del sueño, ayudan a la digestión y a aliviar los cólicos, favorecen el sistema circulator­io y respirator­io, reducen la congestión nasal y los dolores de la dentición, ayudan a desarrolla­r un buen tono muscular, mejoran la conciencia corporal y la textura de la piel y estimulan el sistema inmunológi­co, entre otros.

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