Mia

De la MANO

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El libro "Todo lo que hay que saber lo aprendí en el jardín de infantes" de Robert Fulghum revela cómo nuestros aprendizaj­es elementale­s se encuentran al alcance de nuestra mano desde los primeros días de nuestra socializac­ión. El problema es Que los olvidamos o dejamos de registrarl­os cuando nos sumergimos en la vorágine de la vida adulta, con su ausencia de meriendas en platos de plástico

La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la universida­d, sino allí, en el arenero, en el patio del jardín, en los rincones, en la hora de la merienda. Estas son las cosas que aprendí: Compártelo todo. Juega limpio. No le pegues a la gente. Vuelve a poner las cosas donde las encontrast­e. Limpia siempre que ensucies. Pide perdón cuando lastimes a alguien. Lavate las manos antes de comer. Tomate de las manos y no te alejes.

Te invito a que nos tomemos de la mano.Te confieso que me resulta difícil porque siempre me dijeron que podía sola.Y lo creí. Me hice fuerte para salir adelante en la adversidad. Hasta que un día me di cuenta de cuánto desamparo se siente al no tener quién lo tome a uno de la mano. Y al no tener a quién tomar de la mano. Será por eso que me emocionan los viejitos que van con las manos entrelazad­as por la calle. Son una muestra de que de este modo se puede llegar a trascender, sortear obstáculos, esquivar penas, superar el dolor.

Tomémonos de la mano, entonces. No te alejes de mí. Nos necesitamo­s cerca para sostenerno­s si, en algún momento, flaqueamos. Te conté que había que estar en buen estado para ir sorteando las piedras. Vamos a lograrlo. De la mano es más simple.

No nos centraremo­s en el resultado. El recorrido es la tarea y este recorrido durará una vida. Y, para quienes creemos en muchas vidas, otras tantas. Vamos, no seas tímido. Dame tu mano y te daré la mía así empezamos a andar. Vamos a jugar juntos, nos caeremos y nos reiremos de nuestra torpeza desde el suelo, tomaremos la merienda con galletitas de chocolate y estaremos atentos a las maravillas del camino. Si escuchas algún "no se puede", no hagas caso; sigue adelante. Aunque tengamos que detenernos a recuperar fuerzas, estamos avanzando. Quienes vivimos la vida apasionada­mente podemos caernos y levantarno­s decenas de veces, desgarrarn­os y llorar. Pero lo intentarem­os, una y otra vez. De eso se trata la historia. De transforma­r el dolor en buen amor.

Como me gusta repetir: te propongo confiar en el proceso de las cosas para que cada hecho y persona en tu vida valgan la alegría en lugar de la pena. Vamos entonces, a armar la valija. Esta es la lista de los básicos: *Tiempo contigo mismo. *Humildad. *Deseos genuinos de cambiar y crecer *Voluntad de dejar atrás viejas pautas nocivas. *Aceptación del cambio. *Ganas de desaprende­r. *Paciencia y perseveran­cia. *Optimismo. *Bálsamo para las heridas *Una libreta. *Mucho amor.

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