Los primeros
Cuando no existían lugares para el relax, en Carintia, Austria, las casas de baños servían a tal fin y para que señoras y señores aprendieran a nadar. Solo un poco modernizadas, siguen siendo la mejor opción para pasarla más que bien en un paisaje de ensu
En el pasado, damas y caballeros no aprendían a nadar hasta la madurez. Con una cuerda alrededor del abdomen, se metían en el lago Wörthersee, los hombres por un lado y las mujeres por el otro. Por esos tiempos, estaban de moda las grandes casas de baño, algunas de ellas bastante ostentosas, situadas a orillas de los lagos en el estado de Carintia, en el sur de Austria.
La más suntuosa es la de Pörtschach, a orillas del Wörthersee. El espacioso edificio, con sus dos alas y terracitas, se alza sobre un total de 350 palos de alerce. Alí trabajan los mejores profesores de natación de Austria. La nada- dora Heidi Bienenfeld-Wertheimer, varias veces campeona europea, incluso organizaba, junto con su esposo, Scigo Wertheimer, grandes competiciones.
También hace ya más de 100 años, la idea de spa marcaba la estancia en esta casa a orillas del lago, que tenía mucho más que una piscina. Masajistas y profesores de gimnasia aseguraban que los huéspedes lo pasaran bien. Sin embargo, con el paso del tiempo, se abrieron cada vez más piscinas públicas y la gente ya no aprendía a nadar con la ayuda de una cuerda. Aunque la casa de baños fue declarada en 1987 monumento nacional, había perdido su función original y poco a poco se fue desmoronando.
Sin embargo, en algún momento los gestores del Werzer's Hotel, situado al