Enseñar a emocionarse Por Matías Giarratana*
El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez, en 1990, por Peter Salovey (psicólogo social) y John Mayer (psicólogo), quienes la definen como Posteriormente, el psicólogo Daniel Goleman se encargó de popularizar este concepto llevándolo fundamentalmente al ámbito educativo como educación emocional para la vida. Históricamente, los sistemas educativos se ocuparon de desarrollar capacidades cognitivas en los alumnos, sin tener en cuenta los aspectos emocionales del aprendizaje y la motivación. Hoy se ha demostrado que a través de la educación emocional se ha obtenido una disminución considerable de los problemas de conducta que se suscitan en los establecimientos educativos.
En escuelas y colegios de Europa, como así también de nuestro país, que se aplican estos programas se vieron reducidas las situaciones relacionadas con el fracaso escolar, el bullying, entre otras. Cuando un niño o adolescente comienza a registrar y a comprender qué emociones son las que se manifiestan en su cuerpo y en su mente, lo primero que sucede es que se hace consciente de estas emociones. Una vez que puede identificarlas con un nombre, por ejemplo, enojo, ansiedad, tristeza, ira, frustración, el paso que sigue es aceptar que esta emoción o sentimiento está allí y quizás no pueda hacer nada con ese sentimiento, pero sí lo que puede hacer es abrir una ventana temporal en donde pueda observarse en esta situación y elegir cuál es la actitud que puede tomar. Este procedimiento los invita a reflexionar antes de pasar directamente a la acción que, muchas veces, suele ser violenta, no solamente física sino de todo tipo. Las escuelas son el ámbito ideal para aplicar este tipo de programas ya que se hace necesario que este aprendizaje emocional se realice desde pequeño. Cuanto antes podamos enseñarles a los niños cuáles son las emociones que está sintiendo y cómo canalizarlas saludablemente, más cerca se estará de lograr una mejor convivencia entre todos. Ésta es la verdadera prevención contra todo tipo de violencia. Existen cinco grandes capacidades que las personas deben aprender: Autoconciencia Autorregulación Motivación Empatía Destrezas sociales