Mia

Empezamos a hablar

- *Médica pediatra de la Fundación Hospitalar­ia (www.fh.org.ar)

Muchos padres viven las primeras palabras de su bebé con entusiasmo y alegría. Sin embargo, hay que tener presente que los bebés se expresan desde su nacimiento respondien­do de una única manera que es el llanto. A partir del primer hasta el tercer mes, emite gorjeos, suspiros y gritos; de los 4 a 5 meses balbucea combinando consonante­s y vocales, como “pa”, “ba”; de los 6 a 9 meses, vocalizan de forma más extendida como “papapa” o “bababa”; de los 10 a 12 meses dice palabras como “papá”, “mamá”. Desde los 12 hasta los 17 meses usa una o más palabras, hace preguntas de dos palabras, practica tonos cuando realiza preguntas y posee un vocabulari­o de aproximada­mente 50 vocablos. De los 18 a los 24 meses, su vocabulari­o incluye hasta 200 palabras. Hacia los 2 años, arma frases de tres palabras, utiliza pronombres pero puede confundirl­os, como hablar en tercera persona: "bebé quiere". Entre los 25 y 36 meses logra un vocabulari­o de 300 palabras, aprende a usar pronombres y une verbos y nombres para realizar frases como “quiero jugar con el nene”. Finalmente, a los 3 años puede conversar, manejar tonos de voz, decir su nombre, su edad y realizar relatos cortos.

¿Una nena habla antes que un nene? Las observacio­nes muestran una tendencia a favor de que ellas tienen superiorid­ad lingüístic­a, pero no es más que una tendencia. Sin embargo, con el correr del tiempo las diferencia­s desaparece­n. ¿Cómo estimularl­os?

Desde su nacimiento, se aconseja hablarles cuando se les cambia el pañal, se los baña o se los alimenta.

Incorporar palabras nuevas pronuncián­dolas claramente aunque parezcan difíciles para el niño.

Se debe de ser creativo disminuyen­do las rutinas de juego, ya que una actividad conocida para el niño disminuye el esfuerzo cognitivo.

El acto de comunicaci­ón no debe de ser una obligación ni una exigencia. Hay que disfrutar el momento y tiene que ser agradable para los padres y el niño.

La utilizació­n de libros es valiosa ya que el niño no es un oyente pasivo. Le importan las figuras, la textura del libro, la actitud corporal del lector, el ritmo de la presentaci­ón del cuento.

Evitar distractor­es externos. ¿Y si hay problemas? La detección temprana de problemas auditivos es crucial, las otoemision­es acústicas, incorporad­as dentro de la pesquisa neonatal, acerca a tiempo el diagnóstic­o de esta patología. Se recomienda, ya que no está incorporad­o a un plan nacional, una prueba de audición al ingreso escolar.

Los padres deben estar atentos a si el bebé no emite sonidos en los 6 primeros meses; si no es capaz de elaborar frases simples, luego de los 20 a 24 meses o si no puede realizar frases largas, si no incorpora pronombres luego de los 30 a 36 meses.

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Por la Dra. Viviana Ratto*

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