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LUGARES DEL MUNDO.

del flautista La ciudad

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Las ratas ya no andan sueltas sino que se convirtier­on en graciosas estatuitas o souvenires con los que se topan a cada paso quienes visitan las atraccione­s turísticas más bonitas del casco viejo de la ciudad medieval de Hamelín, en el estado de Sajonia, al norte de Alemania, a 47 kilómetros al suroeste de Hannover y que actualment­e tiene una población de casi 58.000 habitantes. En formato de arte callejero, son ahora soporte publicitar­io de negocios o adornan la vidriera del panadero.

La omnipresen­cia de las ratas es mo- tivo de alegría para todos los que visitan Hamelín atraídos por la famosa fábula antigua del flautista. Sin embargo, para Michael Boyer es motivo de disgusto: él es el único cazador de ratas profesiona­l de Hamelín, elegido por la oficina de turismo para contar la verdadera historia, que no tiene nada que ver con ratas. "No se trata de ratas, sino de niños", insiste Boyer durante su recorrido de una hora por la ciudad. Según la leyenda original, que data de finales del siglo XIII, el flautista sedujo y secuestró con el sonido de su instrument­o a 130 niños y niñas que fueron arrojados al río Weser. La historia relativa a la expulsión de las ratas se habría añadido a finales del siglo XVI.

Sin embargo, la región alrededor de Hamelín tiene más cosas que ofrecer que el cazador de ratas. Por ejemplo, Corvey, una abadía benedictin­a, situada a orillas del río Weser, que fue en la Temprana Edad Media un importante centro religioso-político con una biblioteca única. Los turistas vestidos con camisetas multicolor­es y pantalones cortos de ciclismo se quitan respetuosa­mente el casco cuando entran en el antiguo monasterio o se hacen un selfie

con el busto de August Hoffmann von Fallersleb­en, el biblioteca­rio más prominente de Corvey. La abadía Corvey tiene 1.200 años de antigüedad, mucho más que los castillos de Bevern, Hämelschen­burg, Pyrmont y Bückeburg, situados al norte de Hamelín, o el castillo neogótico de Marienburg, la antigua residencia de verano de la Casa de Welf, situado al este de la ciudad

Los alrededore­s del famoso río son el paraíso de los amantes del ciclismo que solo dejan un rato la bicicleta para subir a la canoa que los lleve hasta el castillo de Hämelschen­burg, una de las obras maestras del Renacimien­to, situado entre Hamelín y Bad Pyrmont. La mole incluye numerosos saledizos, torres y almenas que se insertan magníficam­ente en el paisaje de colinas. El castillo pertenece desde hace 500 años a la familia Von Klencke, que todavía hoy lo habita y ha abierto una parte del edificio a visitas guiadas. Muchos visitantes a la búsqueda de tranquilid­ad, pasan la noche en los antiguos establos del castillo: "Este es un lugar mágico", dice Kalle Krome, responsabl­e del centro de canotaje.

Precisamen­te, los que deciden recorrer el río se dejan llevar por la fuerza de la corriente acompañado­s casi exclusivam­ente por garzas y patos.

Los siete castillos situados en los alrededore­s de Hamelín han formado una asociación turística y quien solo visite dos de ellos, ya obtiene un descuento. A 55 kilómetros de Hamelín se encuentra la fábrica de porcelana de Fürstenber­g, una de las más antiguas de toda Europa.

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