Violencia psicológica
El maltrato psicológico es un tema del cual se habla mucho pero pocas veces se profundiza en su manifestación. La pregunta que surge es: ¿por qué cuesta tanto reconocerlo? Principalmente, porque la persona que agrede de esta manera no deja rastros visibles. La manipulación es progresiva y el arrepentimiento, aparentemente convincente.
Uno de los principales problemas es que comienza de una manera muy sutil, casi imperceptible. Claro que no aparece la primera noche ni a la luz de las velas pero poco a poco se va notando. No nos olvidemos que estamos frente a personas que saben manipular y son grandes simuladores. Poco a poco, y casi sin querer (¿queriendo?), llega la falta de respeto, las insinuaciones y las mentiras.
A esto hay que agregarle que generalmente la víctima no lo percibe, es decir, no se da cuenta del nivel de manipulación. Aun más, muchas veces se pregunta: "¿Qué hice mal?" y se siente responsable de las palabras de su agresor.
Perfil de un manipulador
Para afuera, el violento es encantador, nadie sospecha. Al contrario, a quien miran con desconfianza es a ella, cuando se queja, "¡si él es un amor!". O se aísla, no va a las reuniones, con lo que logra que su mujer no vaya más a ningún lado, porque le da vergüenza que siempre la vean llegar sola. Listo: ella es solo para/de él.
Esto sucede porque el vínculo de afecto es muy fuerte y se produce una mezcla de fascinación, seducción y miedo. A menudo se observa que las características de personalidad del agresor tienen un modo de expresión muy "comprador", con discursos envolventes que llevan al otro a un estado de encantamiento. Igualito a las boas –que saben muy bien cómo seducir–, los violentos poseen una especie de "baile psíquico" para hipnotizar al otro.
Cuando estos componentes actúan en conjunto, ponen a la víctima en una situación de parálisis emocional. Este bloqueo va devastando la autoestima personal y lleva al aislamiento y al temor a contar las situaciones vividas. Aquí es donde se genera un círculo vicioso que genera aun más manipulación y más poder sobre el otro, y por lo tanto, más violencia. El problema es que no quedan evidencias claras, aunque sí registros internos.
Manipulación, amenazas, chantaje, acoso, humillación, desvalorización, control, celos, falta de respeto –a solas y en público–, indiferencia, descalificación de los valores del otro (desde religiosos hasta musicales).
Dentro de una pareja, la violencia psicológica incluye una gran variedad de conductas que el agresor ejerce a través del tiempo para lograr el dominio total sobre la mujer o el hombre y sobre la relación.
Se debe actuar ante los primeros signos de alarma y pedir ayuda. No hay ninguna razón para tolerar el maltrato, ni motivos para sentir vergüenza. Hay mujeres y hombres de distintas características personales y de todas las condiciones socioeconómicas que la padecen.
Daño psicológico y emocional
La violencia psicológica consiste en la agresión verbal de una o varias personas, y produce daño psicológico y emocional en los agredidos. El concepto sirve para diferenciarla de la violencia física, que produce golpes, heridas, fracturas, etcétera; no obstante, hay un paralelismo: lo que en una es literal, en la otra es figurado. Si los golpes rompen un brazo, la agresión verbal rompe el corazón (y la confianza, la autoestima). Ambas son reales y concretas, aunque una sea más evidente, más visible. La violencia psicológica se da, fundamentalmente, en tres ámbitos: familiar, laboral y pareja. Claramente es una de las peores formas de violencia, porque el golpe (sin minimizarlo) deja marcas visibles, mientras que la agresión verbal o psicológica ataca la autoestima y vuelve a la persona agredida mucho más débil y vulnerable. Si bien lo usual es que suceda de parte del varón hacia la mujer, también ocurre al revés.