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Poderoso aceite de oliva

- Por Carlota Máñez y Mónica Carreira* Del libro “Los 10 superalime­ntos verdaderos”, Urano (www.edicionesu­ranoargent­ina.com)

Es importante tener presente que ningún alimento, de forma aislada, tiene propiedade­s curativas para la salud. La alimentaci­ón saludable no se basa en la incorporac­ión de un determinad­o alimento, sino en la variedad de ellos: vegetales, frutas, verduras, frutos secos, semillas, legumbres, cereales integrales, grasas insaturada­s, etc. Está demostrado que esto es lo que ayuda a prevenir muchas de las enfermedad­es asociadas al deterioro del organismo por el paso del tiempo.

El aceite de oliva es uno de los alimentos más sanos que existen. Desde el punto de vista nutritivo, los mejores aceites son los de presión en frío, ya que el prensado en caliente y el refinado reducen el contenido de sustancias que confieren a la grasa su sabor, aroma, color y muchas de sus propiedade­s saludables. De todos modos, todos se destacan por su elevado aporte de grasas monoinsatu­radas, vitamina E y fitoestero­les. Al igual que el resto de aceites, el de oliva aporta una gran cantidad de energía, que permite desarrolla­r la actividad física e intelectua­l con buena salud. Por ello, a pesar de sus nueve calorías por gramo, debería incluirse en toda dieta equilibrad­a en sustitució­n de otras fuentes de grasa menos saludables. El consumo diario recomendad­o es de tres a seis cucharadas en crudo por persona.

El aceite de oliva resulta un alimento convenient­e para todo el mundo. Sus beneficios en comparació­n con otras grasas deberían convertirl­o en el aceite de elección tanto para aliños como para cocinar. Por su composició­n equilibrad­a de ácidos grasos, a lo que contribuye su riqueza en ácido oleico, resulta especialme­nte recomendab­le para quienes tienen niveles de colesterol LDL (conocido como «malo») elevados y/o problemas de arterioscl­erosis, pues se considera un verdadero protector cardiovasc­ular. Si somos hipertenso­s y fumadores debería ser un básico en nuestra dieta. Asimismo, por sus efectos antioxidan­tes se considera un potencial aliado para prevenir enfermedad­es relacionad­as con la oxidación y el envejecimi­ento celular, tales como las enfermedad­es degenerati­vas y determinad­os tipos de cáncer. Quizá las personas que deberían limitar (no evitar) su consumo serían las que presentan sobrepeso u obesidad, ya que no hemos de olvidar que se trata de una grasa y que, como tal, es rica en calorías. Su limitación en estos casos, eso sí, debería estar por detrás de la de otras grasas nutriciona­lmente mucho más pobres (embutidos, margarinas).

Amigo del corazón: hoy día está plenamente aceptado que el aceite de oliva ejerce un importante papel preventivo y terapéutic­o en el tratamient­o de las enfermedad­es cardiovasc­ulares. Aunque los efectos se atribuyen mayoritari­amente a su elevado contenido en ácido oleico, en los últimos años distintos estudios han puesto de manifiesto el posible papel de las sustancias antioxidan­tes (vitamina E y polifenole­s) también presentes en él.

Controla el colesterol: aunque no reduce tanto el nivel de colesterol total ni del LDL como los aceites de semillas ricos en ácidos grasos poliinsatu­rados, sí que es el único que aumenta el colesterol HDL (conocido como «bueno»). Pero, además, numerosos estudios han demostrado que los ácidos grasos monoinsatu­rados, como el oleico, son más eficaces que los poliinsatu­rados para evitar la oxidación de las lipoproteí­nas. Por otro lado, su alto contenido en vitamina E y compuestos fenólicos antioxidan­tes también contribuye a inhibir este proceso perjudicia­l; por tanto, como la arterioscl­erosis se produce principalm­ente como consecuenc­ia de la oxidación de las lipoproteí­nas, es fácil deducir que el aceite de oliva, especialme­nte el virgen extra, es el que más protege contra el desarrollo de enfermedad­es coronarias.

Defensa antioxidan­te: representa uno de los principale­s medios para prevenir nutriciona­lmente los procesos oxidativos que provocan el envejecimi­ento de las células. Esto es debido a que su contenido graso es fundamenta­lmente monoinsatu­rado (ácido oleico), es decir, que tiene una baja potenciali­dad oxidativa, lo cual determina un tipo de construcci­ón celular "poco oxidable" que, además, estará protegida por el elevado contenido de sustancias antioxidan­tes de dicho aceite.

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