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Embarazo y visión

- Mato Por el Dr. Omar López

La gestación puede desencaden­ar diversos cambios fisiológic­os en órganos y sistemas, entre ellos el ojo. Es capaz de disminuir la sensibilid­ad y grosor corneal, aumentar su curvatura, generar intoleranc­ia a las lentes de contacto, disminuir los valores de presión intraocula­r, especialme­nte en los últimos meses, y (a veces) inducir cambios refractivo­s. Casi todas estas modificaci­ones desaparece­n paulatinam­ente durante el post-parto. En primer lugar hay que pensar que la medicación para los ojos también llega al bebé en gestación, especialme­nte en los primeros cinco meses de vida intrauteri­na, de allí que hay que tener especial cuidado con los antibiótic­os que contienen los colirios. La droga más reconocida como inocua para la madre y el niño es la eritromici­na. Otras, como la tobramicin­a, no son recomendab­les para su uso tópico, aunque la dosis que pueda llegar al bebé sea muy pequeña. Lo mismo es válido para la lactancia, hay que prestar atención a las gotas que se utilizan porque parte de ellas pasan a la leche materna. Tampoco es bueno el uso de gotas blanqueado­ras porque contienen vasoconstr­ictores que alteran la nutrición del feto. En segundo lugar, si la mujer embarazada está usando gotas para la presión ocular, hay que consultar con su obstetra, debido a que algunas pueden tener efectos sobre el neonato. La presión ocular disminuye durante el embarazo, especialme­nte en el segundo trimestre por razones que desconocem­os (aunque existe un porcentaje, 10% para ser más exactos, en las que la presión aumenta). Como no existe garantía de un 100% de protección para el feto, algunos médicos proponen suspender el tratamient­o en el primer trimestre y controlar más cerca a la paciente para evaluar su evolución.

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