ALIMENTACIÓN CONSCIENTE.
Enormes beneficios de la alfalfa
Algunos lo demonizan creyendo que su consumo sube el colesterol hasta las nubes, otros, a la luz de nuevos saberes, lo ensalzan como una panacea y le dan rienda suelta al consumo de doce o más a la semana. Trataremos, entonces, de andar por un camino de comprensión razonable y prudente para optar por un rango adecuado para el consumo de huevos.
En primer lugar, como cualquier otro alimento, no es esencial y si, por algún motivo optamos por no comerlo, no pasará nada en tanto nuestra ecuación nutricional sea equilibrada. En ese sentido, los veganos prescinden de ellos y de otros alimentos de origen animal sin incovenientes en tanto y cuanto se ocupen con seriedad de obtener todos los nutrientes de una saludable, fresca, integral y variada dieta de vegetales.
La yema de huevo es alta en colesterol, un poco menos de 300 mg, razón por la cual los especialistas la han venido desaconsejando en cantidades mayores a uno y hasta tres por semana. En la actualidad, sin embargo, se viene observando que habría tantos riesgos y que incluso, en alguna medida y dentro de ciertos límites, el huevo sería beneficioso, algo que aparece incluso en las Directrices Alimentarias que publica a modo de referencia el gobierno de Estados Unidos. Pero ¡cuidado con esto! La historia y la experiencia nos dice que los expertos no son infalibles y a veces las directrices oficiales, de una u otra manera, se ven contaminadas por intereses, prejuicios y las normales limitaciones de la ciencia.
Hay investigaciones que han mostrado que consumir más de 6 huevos no incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares e incluso, de acuerdo a un estudio estadístico llevado a cabo entre adultos en Carolina del Sur (EE. UU.) hace algunos años, no encontró correlación clara entre el consumo de grasas animales, como carnes rojas, manteca, leche entera, queso, salchichas, entre otros derivados y el aumento del colesterol. De ningún modo le estamos dando vía libre a las hamburguesas y las salchichas, las cuales además de mucha grasa saturada y colesterol, contienen excesos de sal común, aditivos como el glutamato monosódico y conservantes que son altamente nocivos para la salud, simplemente se trata de mostrar cómo la información interpretada linealmente y de manera reduccionista suele causar confusión.
En 2015, la Agencia Internacional de
Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la OMS, señaló enfáticamente que las carnes procesadas y los embutidos en general aumentan el riesgo de cáncer, especialmente el colorrectal, de próstata y de pancreas. En el mejor de los casos, aún cuando pase de ser el peor enemigo a un gran amigo, no nos interesa cambiar el riesgo de una enfermedad por otra, sino abrazar un equilibrio integral que nos proteja de verdad y promueva nuestro bienestar general.
Tal vez lo que estas investigaciones y conclusiones provisorias nos están indicando es que no es lo mismo la carne fresca proveniente de vacas que pastan que la carne procesada o producida incomo tensivamente en un feedlot, el mismo modo, no es lo mismo la leche o un queso de producción artesanal que todos los postres, flanes, yogures azucarados y otros derivados industrializados que tienen demasiados aditivos y procesos que los desnaturalizan. Como dice la reconocida periodista Soledad Barruti, autora del libro “Malcomidos”, tenemos que volver a comer comida de verdad.
¿Todos son iguales?
Además de no contener pesticidas ni transgénicos, los alimentos orgánicos aportan más nutrientes. Si tomamos, ejemplo, los tomates, los diferentes indicadores señalan que pueden tener unas 5 veces más calcio, incluso más de 10 veces el aporte de magnesio y casi 2.000 veces la cantidad de hierro que, en los convencionales, puede ser casi inexistente. En las lechugas, el calcio puede multiplicarse más de 4 veces, cifras similares para el magnesio y, al igual que en el ejemplo anterior, la diferencia de hierro es muy significativa llegando a ser de unas 50 veces más. En los alimentos de origen animal ocurre lo mismo. Son notables las diferencias nutricionales entre un huevo puesto por una gallina feliz que corre por el campo, pololea con el gallo y come lo que le es natural que aquellas que están hacinadas en una jaula, nunca ven un gallo y se alimentan con un polvo balanceado.
Un estudio realizado en 2007 verificó estos valores y se encontró que los huevos orgánicos tienen 1/3 menos de colesterol y 1/4 menos de grasa saturada, un 2/3 más de vitamina A, dos veces más ácidos grasos Omega 3, el triple de vitamina E y 7 veces más betacaroteno.
Esta es la razón por la cual en una investigación puede resultar que el huevo reduce el colesterol y en otra lo eleva. La buena noticia para los amantes del huevo es que si se ocupan de conseguir los de producción agroecológica y están dispuestos a pagar un poquito más por ellos, comer de uno a tres por semana tal vez siga siendo válido, seguro y prudente, pero libre de culpa y cargo. Tal vez, para los deportistas y los que hacen alguna dieta especial, también esta cantidad pueda aumentarse.
Un punto importante es que la buena salud no depende de un huevo más o menos sino de la calidad, la variedad y el equilibrio. La columna vertebral de una buena alimentación depende del consumo de alimentos frescos, vivos e integrales, focalizando en un eje que enfatice en una masa crítica de frutas, verduras y semillas y se complemente con cantidades más moderadas de cereales y legumbres. Los alimentos de origen animal, según la dieta y estilo de vida, deben tener un consumo de opcional a más limitado. De esta manera, nos estaremos manejando dentro de un rango de seguridad alto, que ha demostrado ser protector de la mayoría de las enfermedades, en particular, las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes y nos permite vivir con una actitud de apertura expectante para seguir mejorando nuestra alimentación con aquellos saberes nuevos pero que se han sostenido durante bastante más de lo que dura la novedad.
Por último, convengamos que no es lo mismo comer una ensalada de vegetales frescos, un huevo de pastoreo picadito y condimentado con sal marina y aceite de oliva virgen, que unas galletitas elaboradas con harina refinada, azúcar blanca, sal común, aceites de mala calidad y huevos deshidratados que en el proceso su colesterol se ha oxidado y se depositará con facilidad en las arterias. Si logramos comprender la diferencia, habremos dado un gran paso a la hora de mejorar nuestra capacidad de elegir los alimentos que día a día nos ayudarán a crear salud.