PSICO. El perdón en la pareja
¿Se puede salvar una pareja después de que se rompió el pacto de ser fiel? Perdonar es la llave maestra.
Según las estadísticas cada vez son más los divorcios y separaciones. Ello nos hace pensar un tema que por años era tabú y hoy se coloca al centro de la escena: la infidelidad. ¿Hay salida para un matrimonio o una pareja que está impactada por la rotura del “pacto” fundacional de la relación monogámica?. El laberinto de la multiplicidad de origen se devela en la única solución que semejante desventura entraña: el PERDÓN. Se han dado a conocer números alarmantes en las estadísticas de separaciones de pareja, siendo la infidelidad la principal causa por la que se rompen las mismas. También hay muchas parejas que a pesar de haber sufrido infidelidad de él o de ella, continúan juntos, pero sienten que la relación ya no es lo misma, comienzan un camino de recriminaciones y reproches de nunca acabar y en general ese vínculo no logra superar el escollo y naufraga.
Sin embargo, muchas personas que han vivido una infidelidad aseguran que esta que no fue específicamente la causa de la separación, sino que la infidelidad fue consecuencia de problemas más profundos que ya había. Algunos son la falta de comunicación, intolerancia ante las diferencias, falta de afecto, baja autoestima, insatisfacción, celos enfermizos, desinterés, conflictividad sexual, etc. Una pareja se puede salvar tras una infidelidad si ambos tienen la capacidad de identificar y enfrentar estos problemas, aceptando su parte de responsabilidad. El paso más importante para restaurar la relación es el perdón. Si no hay perdón, la herida seguirá abierta y será difícil avanzar. A las complicaciones preexistentes a la infidelidad se sumarán nuevos reproches y disputas. Podemos pasar años de nuestra vida siendo prisioneros del odio y rencor, dañándonos a nosotros mismos y a nuestro entorno.
Decisión compartida
El perdón no es un sentimiento: Nadie siente vocación por perdonar, ni nadie puede sentir placer de perdonar a quien causo dolor. Perdonar es una DECISIÓN. No está en la esfera de los sentimientos. Pero atención, perdonar, no es simplemente decir "te perdono". Es el último escalón de un proceso íntimo de análisis empático, autocrítico, descarnado de lo sucedido, que concluye en la plataforma del entendimiento de la real dimensión de los actos propios y su impacto sobre los demás, dejando de lado excusas y justificaciones. Logrado ello, deviene la determinación de perdonar y pedir perdón. Si el proceso de perdonar es encarado con paciencia y con acuerdo de ambos, resultará la clave para un renacer de la relación, un volver a empezar. El perdón no es mágico, pero frenará el sangrado de las heridas, las convertirá en cicatrices y con el tiempo hará que el pasado (que ataca nuestro presente) sea leído como “historia”. El que no perdona tiene odio, rencor, contra otra persona que muchas veces ni sabe cómo esos sentimientos negativos van incrementándose. Nada se gana con la falta de perdón. Al contrario, no perdonar es como tener un esclavo en nuestro corazón que se sirve de la mesa de nuestras emociones. Pensar que puede servir para algo no perdonar es como tomar un veneno y esperar que tu enemigo caiga por causa de la intoxicación de ese veneno, un sinsentido. Si ocurrió hace 15 minutos o 15 años, dejalo ir, perdoná, sacalo de vos, dejá de vivir del pasado. Tené historia y que contribuya a un buen presente y un futuro venturoso.
Sólo si ambos están dispuestos a perdonar y ser perdonados, se puede vivir “un nuevo comienzo”