TURISMO. Lanzarote
Un paraíso solitario se puede encontrar en esta isla, una de las Canarias, frente a África. Es conocida por su clima cálido todo el año, las playas y el paisaje volcánico, que bien valen la pena conocer.
Lanzarote es la Cenicienta de las islas Canarias, un museo volcánico a cielo abierto. Por la crisis de coronavirus, apenas se ven turistas por la isla, pero sus lugares de interés se mantienen intactos y aguardan por nuevos visitantes.
Te damos siete recomendaciones a la hora de recorrer Lanzarote, un destino que se puede visitar todo el año, aunque en verano hay temperaturas elevadas.
1. Un lago espejado bajo la tierra
La erupción del volcán de la Corona hace 18.000 años en el norte de la isla formó un túnel volcánico de varios kilómetros de longitud. El tramo más cercano a la costa, donde se derrumbó el túnel, fue transformado por el artista César Manrique (1919-1992) en la intervención artística y cultural Jameos del Agua.
En estos jameos (aberturas) se instalaron un auditorio y un restaurante bajo el nivel del mar con una atmósfera muy especial: un lago de agua salada y cristalina refleja las rocas volcánicas, con efectos lumínicos y sonidos dramáticos.
El director del lugar, Jesús Fontes Niz, conoció personalmente a Manrique y estuvo allí el día en que el artista se encadenó a un poste para protestar contra el auge de la hotelería en el sur de la isla.
2. Vista panorámica de "La octava" Las Canarias son consideradas un archipiélago de siete islas. La octava isla,
La Graciosa, está poco poblada y ubicada a los pies de la escarpada costa norte de Lanzarote. La vista panorámica desde el Mirador del Río, enclavado en la roca a 400 metros de altura sobre el nivel del mar, es espectacular. Abarca la llanura costera y el estrecho entre las dos islas, el amplio mar e incluso otros dos islotes deshabitados, Montaña Clara y Alegranza. La altura deja sin aliento. Sugerencia: Las mismas vistas panorámicas se pueden observar de forma gratuita desde la carretera al sur del mirador.
3. Clima de pueblo
En Haría se encuentran la casa y la tumba de Manrique, pero el artista queda relegado en segundo plano. Lo que más llama la atención del lugar es su vida diaria, sus casas blancas con puertas y ventanas verdes, las macetas con flores y sus artísticas chimeneas.
Cerca del Ayuntamiento se encuentran los cafés y las cantinas donde se reúnen los locales. En Haría el visitante se siente a años luz de los reductos turísticos de hormigón de Costa Teguise, Puerto del Carmen y Playa Blanca.
4. Playa de la Cera, de ensueño
Los vehículos levantan nubes de polvo en el camino que se desvía al este de Playa Blanca hacia la reserva natural de Los Ajaches. Como en un sueño, aparece una pequeña playa en forma de media luna no señalizada, de apenas un centenar de pasos de ancho, encerrada entre acantilados, libre de sombra, ruido e infraestructuras: la Playa de la Cera.
La arena: impecable. El agua: cristalina. La entrada: sin peligro. La sensación de vacaciones es maravillosa.
5. Placeres del paladar
En 1730 las erupciones volcánicas cubrieron de lava una cuarta parte de la isla, destrozando pueblos y valles. Lanzarote adquirió un rostro distinto, un rostro áspero. Tras la catástrofe, los habitantes del valle de La Geria buscaron bajo las capas de ceniza volcánica la tierra fértil de antaño. Y la encontraron.
"Las vides fueron las que más éxito tuvieron en el nuevo cultivo", dice el guía Ignacio Romero. Así ha permanecido hasta hoy. Las vides arraigan en huecos gigantescos de un metro de profundidad en medio de la ceniza. Los vinos son como imágenes líquidas de la isla volcánica, de sabor único, especialmente el vino blanco malvasía.
6. Las Montañas de Fuego
Una de las actividades a realizar en Lanzarote es el viaje a través de las Montañas de Fuego volcánicas, en el corazón del Parque Nacional Timanfaya, aunque la única forma de hacerlo es en vehículos especialmente acondicionados. De regreso al aire libre, el guía Armando Socas demuestra cómo los arbustos se encienden en una grieta caliente y surge un géiser.
7. Sendero volcánico gratuito
La Montaña Colorada se creó durante las últimas fases de la erupción volcánica de 1736 y hace honor a su nombre porque sus laderas tienen tonos marrones, grises y cobrizos. A su alrededor trepa una ruta de senderismo, que a la vez se convierte en un itinerario didáctico gratuito sobre vulcanismo.
El puerto Marina Rubicón es un centro deportivo, comercial y de turismo al más alto nivel. En él abundan los barcitos donde disfrutar un trago junto al mar.