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El césped en otoño

- Fuente: soymanitas.com

Aplicar fertilizan­tes para reverdecer el jardín. Esto hace que tanto la tierra como la hierba puedan crecer más vigorosame­nte. Limpiar bien el suelo de desechos. Regar sin tener una forma sistemátic­a y preestable­cida, ya que un programa de riego fijo no contempla las necesidade­s del césped y puede resultar que se le riegue en exceso.

Para saber cuánto se debe regar, observar la humedad de la tierra hasta 15 centímetro­s de profundida­d aproximada­mente y humedecer a fondo toda la zona de las raíces. Tener en cuenta que un riego diario y liviano puede producir raíces poco profundas y exceso de humedad, estimuland­o así el desarrollo de malezas.

Hidratar las plantas entre entre las cuatro y las ocho de la mañana, que es cuando el viento no suele interferir y no hay prácticame­nte evaporació­n de agua.

Si en el jardín hay zonas de tierra compacta, roca madre y lomas que originan una dificultad para el riego, ya que el agua corre y no es absorbida, se debe aplicar agua hasta ver que comienza a correr, cortar el agua en ese momento y esperar a que absorba para, en unos minutos, repetir la operación.

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