El césped en otoño
Aplicar fertilizantes para reverdecer el jardín. Esto hace que tanto la tierra como la hierba puedan crecer más vigorosamente. Limpiar bien el suelo de desechos. Regar sin tener una forma sistemática y preestablecida, ya que un programa de riego fijo no contempla las necesidades del césped y puede resultar que se le riegue en exceso.
Para saber cuánto se debe regar, observar la humedad de la tierra hasta 15 centímetros de profundidad aproximadamente y humedecer a fondo toda la zona de las raíces. Tener en cuenta que un riego diario y liviano puede producir raíces poco profundas y exceso de humedad, estimulando así el desarrollo de malezas.
Hidratar las plantas entre entre las cuatro y las ocho de la mañana, que es cuando el viento no suele interferir y no hay prácticamente evaporación de agua.
Si en el jardín hay zonas de tierra compacta, roca madre y lomas que originan una dificultad para el riego, ya que el agua corre y no es absorbida, se debe aplicar agua hasta ver que comienza a correr, cortar el agua en ese momento y esperar a que absorba para, en unos minutos, repetir la operación.