Emociones fuertes
Vivimos en un tiempo de desborde emocional. Con estrés, ansiedad, depresión, enojo, desayunamos, almorzamos, merendamos y cenamos cada día. Nos levantamos de buen humor y un apurón con los chicos, el colectivo que pasa sin parar, presión extra en el trabajo o el resultado del estudio que vuelve a no estar listo para la fecha prometida convierten a la jornada en un día de furia que, cuando termina, nos deja temblando y hasta con probabilidad de insomnio. Crecen los desequilibrios emocionales (fobias, ataques de pánico) y las consecuencias físicas de ellos (infartos cardio-cerebrales, hipertensión, diabetes). Aún más: en esta edición te vas a enterar de que el estrés crónico engorda mucho más que un buen sandwich y que nadie te hace estallar de furia: sos vos la que elige reaccionar de esa manera haciéndole mal a tu salud y a tus afectos. Por eso, se impone evitar que las emociones manden, haciendo con nosotros lo que se les antoja. Porque caos de tránsito va a seguir habiendo, pero solo vos podés elegir si eso te mata o lo dominás como para que solo sea un obstáculo más de la vida.