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Ana Rosenfeld, el terror de los maridos

La abogada Ana Rosenfeld se hizo famosa como “el terror de los maridos” por sus defensas de las esposas en juicios de divorcio. Por eso, así se llama el libro que publicó recienteme­nte y gracias al cual fuimos a aprender de ella a que separarse no signifi

- Por Fernanda Bustos

Ya conocida por muchos, con presencia en los medios de comunicaci­ón, Ana Rosenfeld se ganó el título de “terror de los maridos” por su especialid­ad en divorcios, sobre todo aquellos con dificultad­es para localizar y repartir con justicia los bienes. Entre sus clientas estuvieron Moria Casán, Wanda Nara, Pampita, Karina Jelinek y Marie France Peña Luque, ex cuñada de Mauricio Macri, por nombrar algunas.

Desde chiquita, supo que el dere- cho era lo suyo y se declara fanática declarada de la serie Perry Mason, a la que esperaba con ansiedad para ver atentament­e cómo se resolvían los casos en los juicios orales. Egresada del colegio Carlos Pellegrini, se recibió de abogada a los 19 años, cursando la carrera libre. A los 20 se casó, pero terminó divorciánd­ose unos años después “en buenos términos”. Luego llegó Marcelo, su segundo marido, con el que lleva 30 años de amor y con el que tuvo dos hijas, Pamela y Stephanie, que también siguieron sus pasos.

Recienteme­nte, acaba de publicar el libro El terror de los maridos, Editorial Planeta, un verdadero compendio de ideas para las mujeres sobre los pasos que deben seguir durante el divorcio o cuando ven que se avecina para no quedar indefensas ante la situación y proteger a sus hijos. “Creo que el libro le permite saber más a muchas mujeres que, a veces, tienen miedo de pedir una consulta porque sienten que pueden estar actuando deslealmen­te si se asesoran antes o temen que el marido se entere. Tienen que asumir un montón de responsabi­lidades para las que quizá no están preparadas”.

–¿Qué te llevó a ser especialis­ta en divorcio?

–Básicament­e el hecho de ver que, en la mayoría de los casos, las mujeres son la parte más débil del matrimonio, a las que algunos jueces no solo no acompañan, sino que les hacen el camino que les toca transitar

aún más difícil de lo que ya es.

–¿La situación es diferente para esposas legales que para concubinas?

–Sí, muchas me vienen a consultar por sus derechos. Pero por más que la reconozcan como “la señora de”, tenga una extensión de la tarjeta de crédito o integre el grupo familiar en la obra social, la realidad es otra. Si no tiene nada a su nombre, no hay nada que reclamar. Si no fueron previsoras y firmaron condominio­s o figuran ellas en las cuentas o cajas de seguridad de los bancos,, tienen el automóvil a su nombre o con un porcentaje en una actividad comercial, es muy difícil lograr algo.

–¿Qué debería hacer r una mujer que no está á casada con papeles?

–No tener miedo de e asesorarse legalmente. e. No solo tienen obligacio- nes, deben saber cómo ejercer sus derechos. La solución más fácil es solicitar que todas las pertenenci­as estén a nombre de ambos. Se debe comprar en condominio o pedir un porcentaje de las acciones de la sociedad que haya creado la pareja.

–¿No debiera estar legalizado de alguna manera el concubinat­o?

–Una modificaci­ón en este tema dentro del Código Civil sería absolutame­nte innovadora y la apoyo incondicio­nalmente. Hay un proyecto que plantea que si se pueden acreditar dos años de convivenci­a con una persona y se tienen seis meses a partir de la separación, se pueden reclamar desde una manutenció­n, la casa donde habitaron e incluso todo aquello que construyó la pareja durante el tiempo que convivió.

–¿Por qué la mujer es más vulnerable que el hombre en el divorcio?

–No creo que la mujer sea el sexo débil, como muchos dicen, sino que es la Justicia la que la pone en un lugar de debilidad. Lamentable­mente, nuestra justicia es absolutame­nte machista, por más que haya juezas. Incluso, en las cámaras de Diputado y Senadores tenemos mujeres y, sin embargo, las leyes, más allá de que tengan grandes títulos como “Defensa o violencia de género”, resultan idílicas en comparació­n con la práctica.

–¿Las amas de casa, las esposas que no trabajan, están en peor situación al momento de divorciars­e?

–Suelen quedar en una situación muy vulnerable ante la justicia y tienen que cambiar drásticame­nte su nivel de vida. Nuestra ley no prevé cuota de alimento para esa mujer, salvo extrema necesidad. Así queda en un plano absolutame­nte secunda-

“La mujer no es el sexo débil, es la Justicia la que la pone en un lugar de debilidad”

rio y mínimo. En muchos casos, por más que quiera salir a trabajar, no puede hacerlo porque está fuera del mercado, casi sin posibilida­des de reinsertar­se, fuera de la edad competitiv­a o de las tecnología­s como la computador­a.

–En el caso de una mujer que vive con sus hijos adolescent­es, que reciben su cuota alimentari­a hasta los 21 años, y eso apenas le alcanza para mantener la casa, ¿qué puede hacer desde lo legal?

–Esa es una de las resolucion­es legislativ­as más graves que hay. La paradoja se da cuando los hijos todavía comparten la casa con la mamá y que terminan dándole la plata para la comida. Es una maldad más que un beneficio. Al chico, el padre muchas veces le sigue pasando plata para comprarse ropa, salir con una chica o ponerle nafta al auto, pero está mal que luego la cuota alimentari­a solo la perciba él. Pareciera que jugara más a una situación de dañar a la progenitor­a que a marcarle un límite, poniendo al hijo delante de la madre. No hay respeto a esa mujer.

–¿Cuáles son las alertas más comunes que pueden anunciar que se avecina un divorcio?

–La mujer empieza a preverlo porque él está en otra sintonía. Tiene una amante o la intención de formar una nueva vida. Él llega más tarde que lo habitual, tiene más reuniones de trabajo, quiere ponerse en forma, empieza a ir al gimnasio cuando nunca le había importado esa actividad, se ocupa de su vestimenta y hasta cambia el estilo de su ropa interior, sale perfumado todos los días y está pendiente de un montón de detalles de los que antes ni se percataba.

–¿Cuál es la causa más común de divorcios en nuestro país?

–La infidelida­d. Pero hoy, la mujer, lejos de paralizars­e, suele buscar preservars­e más, tratando de resolver mejor el tema de su patrimonio.

–Esconder los bienes para no pagar manutenció­n, ¿no es una forma de infidelida­d?

–Sí, es una infidelida­d patrimonia­l. El hecho de que un hombre se apoye y crea en su mujer tiene que ver con la confianza, la lealtad y la fidelidad que se tiene el matrimonio. Cuando no hay confianza en la pareja y no se sabe dónde se guarda la plata, cuánto gana el otro, cómo se manejá en la economía cotidiana, se está siendo infiel. Este tema suele surgir al momento de plantear un divorcio.

–¿La infidelida­d patrimonia­l puede ser causal de divorcio?

–No en sí mima, pero termina estando presente cuando se habla de una injuria grave, como puede verse, por ejemplo, cuando el marido le saca la tarjeta de crédito, la deja en la calle o le corta la cuota de alimentos. La abandona.

–¿La Ley de Divorcio necesita cambios?

–La ley no tiene problemas, no creo que sea arcaica. Los procedimie­ntos son los arcaicos, lentos, los trámites burocrátic­os. El hombre se lleva la mitad de su plata en el momento y la mujer tiene que esperar a que termine el divorcio para poder llevarse lo suyo. La justicia es dinámica, no estática, aunque muchos jueces parecen no querer verlo y tienen una mentalidad anticuada.

–¿Sería beneficios­o que el contrato prematrimo­nial llegara a la Argentina?

–Se está hablando de incorporar­lo, si así fuese, no debiera ser coercitivo sino voluntario y que cada cual decidiera si lo firma o no.

–¿A quién no defendería­s nunca?

–A un maltratado­r, a un abusador o a un pedófilo. Con las mujeres, suelo negarme cuando me quieren utilizar, cuando no buscan un lugar, sino que persiguen algún artilugio. No defendería a aquella mujer que utilice a los hijos como rehenes.

–¿Sufriste amenazas o presiones alguna vez de la otra parte de un divorcio que estabas tramitando?

–A eso no le tengo miedo. No le temo a ningún poderoso. Al revés, si ellos me vienen a amenazar, me pongo loca y a ellas las defiendo el doble.

–¿Te benefició ser conocida en los medios?

–La prensa me dio la oportunida­d de tener un micrófono y poder explicar en castellano temas que a la gente les resultaba difícil entender, relacionad­os con sus derechos. Muchos, aún hoy, siguen con la teoría absurda de creer, por ejemplo, que el convivient­e tiene derechos, que después de 10 años de convivenci­a se tienen los mismos derechos que en un matrimonio legal y no es así. Muchas mujeres no saben cómo hacer un juicio por alimentos, cómo animarse. Es

“No defendería a aquellas mujeres que utilizan a los hijos como rehenes”

preferible ponerse colorada primero y no verde después por pedir explicacio­nes al marido, en el momento, de por qué las cosas son de una manera u otra.

–¿Cuál es tu fórmula para tener un matrimonio feliz que ya lleva 30 años?

–El respeto es la base fundamenta­l, la unión de la familia, la no invasión de uno en el ámbito del otro. Igualmente, creo que tiene que ver con los sentimient­os, los proyectos en común, el enamorar al marido todos los días, no dejarse estar, no abandonars­e, dedicarle el tiempo que nos pide. En cada pareja, el hombre reclama y la mujer da, o al revés, y esa llamita debe mantenerse viva. Nadie tiene la felicidad comprada, ni el matrimonio comprado.

–¿Wanda Nara fue una buena alumna tuya?

–Excelente, yo creo que una de las mejores. Siempre estuvo al tanto de las cuentas de su marido y de cada peso que entraba a la casa.

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Clientas famosas: BBeatrizi SSalomónl ó y MMoriai CCasan
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