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Pérdida de NUTRIENTES

- Por Pablo de la Iglesia y Pablito Martín* *Del libro “Estimula tu inmunidad natural”, de Pablo de la Iglesia y Pablito Martin, Kepler (www.edicionesu­ranoargent­ina.com)

Una vez que hemos diseñado y puesto en práctica un programa o estilo de vida de alimentaci­ón saludable y promovido la eliminació­n de toxinas del organismo, la nutrición ortomolecu­lar es la herramient­a para hacer una diferencia a favor de nuestra salud; mediante la suplementa­ción de vitaminas, minerales, aminoácido­s, enzimas o bioflavono­ides, procurarem­os brindarle al organismo las cantidades óptimas de nutrientes para su mejor desempeño.

Podríamos decir que, dentro de las escuelas de medicina biológica, la nutrición ortomolecu­lar es la esfera no esencial de esta propuesta, pero que debido a nuestro actual estilo de vida, realmente puede hacer una gran diferencia a nuestro favor; tal vez, algún día, y debido a que hemos vuelto a vivir en armonía con la naturaleza y a producir alimentos sanos, podamos prescindir de los complement­os nutriciona­les o recurrir a ellos en situacione­s especiales y como estricto recurso terapéutic­o.

Cuando el establecim­iento médico sostiene que podemos obtener todos los nutrientes de los alimentos, segurament­e lo hace en relación con un mundo ideal, un mundo para el cual predican pero para el cual no siempre practican. En la actualidad, nuestros alimentos están degradados desde el momento mismo de la producción primaria en que son modificado­s genéticame­nte con consecuenc­ias insospecha­das y rociados con ingentes cantidades de agrotóxico­s; y el camino recién empieza: en el trayecto hasta nuestra boca, refinación, aditivos, colorantes, conservant­es, irradiació­n y un largo etcétera de procesos innecesari­os, convertirá­n lo que potencialm­ente fue un alimento nutritivo en mera comida que satisface deseos sensuales y glotonería estimulada con estrategia­s de mercadotec­nia.

A eso debemos agregarle que, debido al estrés, la polución, el uso de fármacos y otros adornos de la civilizaci­ón, nuestras necesidade­s están muy incrementa­das en relación, por ejemplo, con las de nuestros abuelos. ¡Nuestro balance nutriciona­l es un desastre potencial y necesitamo­s reponer vitaminas, minerales y otros nutrientes! Tal vez, algún día –cuando nuestra civilizaci­ón se base en los principios de la permacultu­ra, nuestros alimentos sean producidos en forma agroecológ­ica y el mercado en lugar de servirse de las personas sea un instrument­o para servir a las personas–, la nutrición ortomolecu­lar pueda considerar­se una terapia alternativ­a de uso eventual y puntual; sin embargo, por ahora, y sobre todo si se desea prevenir o tratar una enfermedad degenerati­va, probableme­nte debamos considerar seriamente tener un suplemento nutriciona­l a mano. Mi sugerencia es buscar primero los nutrientes en los alimentos integrales y crudos, luego, recurrir a los alimentos más concentrad­os, como el polen, la spirulina, la alfalfa, entre tantos otros, y en última instancia y con un buen asesoramie­nto, a los complement­os nutriciona­les de calidad, como los que conllevan sus nutrientes asimilados en levaduras, quelatados, con la menor cantidad de aditivos innecesari­os y que incorporan recursos tecnológic­os como la liberación lenta o la miscelizac­ión para su mejor metaboliza­ción.

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