AMARANTO
Los colonizadores españoles la prohibieron cuando vieron que formaba parte de rituales a los dioses. Por suerte, la causa proscribió. “Su proteína es considerada de alto valor biológico”, dice la nutricionista Valeria Caselato. Para comprobar su poder, la especialista la testeó en 20 ancianos que consumieron pochoclo de amaranto durante 3 meses. El estudio realizado por la Universidad Estatal de Campinas, Brasil, demostró que la semilla mejora el tono muscular que se pierde con el paso del tiempo. Pero aún quedaba un beneficio más aportado por sus proteínas: “Después de varias pruebas, concluímos que incidía en la reducción del colesterol”, afirmó el bioquímico José Areas, profesor de la Facultad de Salud Pública de San Pablo, Brasil. Esto ocurre debido al proceso de digestión de este nutriente: en el proceso se generan péptidos bioactivos que, en las experiencias de laboratorio, demostraron su capacidad de inhibir una enzima que produce colesterol en el hígado. Para conseguir esta acción, se necesitaría consumir 25 gramos de la proteína del amaranto, lo que significaría 170 gramos de semillas. Aunque Caselato no acuerda con que sería un alimento funcional para combatir el colesterol y que aun faltan evidencias suficientes, sí acepta que es un gran alimento saciante y una gran elección para la dieta de todas las personas.
Cómo usarla
Se puede preparar un exquisito y muy saludable pochoclo de amaranto. Simplemente, hay que calentar una olla, sin aceite, poner una capa de semillas que solo cubra el fondo, tapar y esperar a que empiecen a explotar (entre 10 a 30 segundos). Además de llevarse bien con los platos del resto de las semillas, son una buena compañía para el arroz.