GIRASOL
Si ya el aceite es un gran nutriente, las semillas lo son aún más. Su riqueza está en sus ácidos Omega 6: “Además de formar parte de la membrana celular, estas grasas sanas son precursoras de sustancias que modulan la respuesta orgánica frente a las inflamaciones y equilibrar la presión arterial”, explica la nutricionista Ana Beatriz Barrella. También generosa en el aporte de fibras, es una semilla fundamental para el tránsito intestinal: “Como ayuda a lentificar la digestión de carbohidratos, regula la secreción de glucosa lo cual es óptimo para controlar y hasta prevenir la diabetes”, sostiene Barrella. Como si todo esto fuera poco, en el interior de este grano hay antioxidantes como el ácido fenólico “que actúa en la prevención del desarrollo de tumores y las dolencias cardiovasculares”. Un estudio publicado en 2012 por el Centro Alemán de Investigación sobre Cáncer mostró que un alto consumo de semillas de girasol protege a las mujeres menopáusicas del cáncer de mama. En este caso, el responsable sería el lignano, de estructura parecida a los estrógenos y poderosa acción antioxidante.
Cómo usarla
Comprarlas ya peladas facilitará su uso y consumo y hacerlas en casa evitará las que se venden en el mercado muy saladas. Se pueden asar, cocinar o torrar. Una buena idea es triturarlas para obtener una harina que se podrá usar como rebozador de carnes y pescados. Su sabor se lleva muy bien con las castañas en ensaladas de hojas verdes.