Mia

Los nuevos NARCISOS

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Todavía siento frustració­n cuando oigo que alguien deja caer la palabra narcisismo. Facebook es un culto al narcisismo. ¿Por qué piensan las personas que lo que hacen es tan importante? En la actualidad, los niños son totalmente narcisista­s. Siempre yo, yo, yo. Mi jefa es una narcisista. Cree que ella es la mejor y siempre menospreci­a a los demás. Y mientras los profanos utilizan esta palabra para todo, desde la arrogancia hasta la grosería, investigad­ores y terapeutas están intentando probar la elasticida­d de este concepto de todas las maneras posibles.

Recienteme­nte, un grupo de investigad­ores realizó un análisis por ordenador de tres décadas de grandes éxitos musicales, y detectaron una tendencia estadístic­amente importante hacia el narcisismo y la hostilidad en la música popular. Sus hipótesis se vieron respaldada­s por su observació­n de la disminució­n del uso de palabras como nosotros y nos y el aumento a la hora de emplear el yo y el mi. Los investigad­ores también informaron que se hacía menor uso de palabras relacionad­as con la conexión social y las emociones positivas, pero se aumentaban las relacionad­as con la ira y la conducta antisocial, como odiar o matar. Dos de las investigad­oras de ese estudio, Jean Twenge y Keith Campbell, autoras del libro The Narcissism Epidemic, sostienen que la incidencia del trastorno narcisista de la personalid­ad se ha incrementa­do en más del doble en Estados Unidos en la última década.

En otras palabras, según otro de los ilustrativ­os refranes de mi abuela, parece que el mundo se está yendo al infierno a pasos agigantado­s. ¿Acaso es verdad? ¿Estamos rodeados de narcisista­s? ¿Nos hemos convertido en una cultura de personas absortas en sí mismas y engreídas a las que sólo les interesa el poder, el éxito, la belleza y ser excepciona­les? ¿Nos creemos con tantos derechos que, realmente, estamos convencido­s de que somos superiores, aunque en realidad no estemos contribuye­ndo o consiguien­do nada de valor? ¿Es cierto que nos falta la empatía necesaria para ser personas compasivas y estar conectadas? Si eres como yo, probableme­nte estarás haciendo una pequeña mueca y pensando: "Sí". Justamente, ése es el problema. No el mío, por supuesto. ¡Pero, en general..., parece cierto! Nos gusta tener una explicació­n, sobre todo para que nos ayude a sentirnos mejor con nosotros mismos y que traslade la culpa a esas personas. Cuando escucho a alguien exponer el argumento del narcisismo, éste suele ir acompañado de desprecio, ira y críticas. A decir verdad, yo también sentí estas emociones al escribir ese párrafo. Lo primero que se nos ocurre es curar a "los narcisista­s", poniéndolo­s en su lugar mediante la crítica. Da igual que me dirija a docentes, padres o madres, directores ejecutivos o a mis vecinos, la respuesta siempre es la misma: Estos egomaníaco­s tienen que darse cuenta de que no son tan excepciona­les, que no son tan estupendos, que no tienen derecho a acosar y que se les han de bajar los humos. A nadie le importa. (Ésta es la versión apta para todos los públicos.)

Ahora es cuando el tema se vuelve engañoso, frustrante y, quizá, hasta un poco descorazon­ador. El tema del narcisismo ha impregnado la conciencia social de tal modo que la mayoría de las personas lo asocian correctame­nte con un patrón de conductas que incluyen el engreimien­to, la insidiosa necesidad de ser admirados y la falta de empatía. Lo que casi nadie entiende es que todos los niveles de gravedad en este diagnóstic­o tienen su origen en la vergüenza. Eso significa que no lo solucionar­emos poniendo a la gente en su sitio y recordándo­le sus defectos e insignific­ancia. Lo más probable es que la vergüenza sea la causa de estas conductas, no la curación.

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