Para decorar o picar, son exquisitas y nada difíciles de hacer. La única recomendación: necesitan paciencia
En tartas o postres, en el muesli, el yogur o como dulce para picar, las frutas confitadas son sabrosas y funcionan a la perfección como una decoración comestible. Algunas de las que mejor se dejan confitar son papayas, mangos, membrillos, peras, ciruelas y hasta ananás, frutillas y cerezas.
Cuanto más alta es la proporción de agua en una fruta, más difícil resulta confitarla. Por eso, muchos chef recomiendan los cítricos o su cáscara. Los más avezados pueden probar incluso con almendras y nueces, así como jengibre y pétalos de rosas y violetas. Los más osados pueden probar hacer espárragos que son muy sabrosos. Lo que sí, toda verdura o fruta empleada debe ser bien fresca y tener buen aspecto.
El proceso
Cuando se confita una fruta, el contenido de azúcar aumenta en al menos un 70% y, al mismo tiempo, se reduce sustancialmente el contenido de agua. Es decir, el líquido de la fruta es reemplazado por la solución azucarada.
Para el proceso son necesarias una olla y una cacerola. Si uno quiere darle mayor perfección, puede emplear un pesador de jarabes y un refractómetro para medir el contenido de azúcar. El pesador tiene el aspecto de un termómetro para tomar la fiebre y permite medir la densidad de la solución azucarada. Pero no es