Viaje al interior LECTURA.
La propia conciencia es la clave que hace a una persona perseguir sus objetivos y anhelos en la vida, moviéndose entre obstáculos, motivada por sus recursos más sobresalientes y profundos. Para desarrollarla, se hace necesario entender lo que nos dicta nuestro mundo afectivo, el auténtico motor de nuestras decisiones. Ahí guardamos la esencia de nuestros valores y lo que nos parece oportuno o inadecuado de las experiencias que hemos vivido. Y ahí está la razón por la que sabés que algo no va bien cuando, por ejemplo, tu estómago se encoge.
Profundizá en tu capacidad para percibirte y ampliá tu conciencia acerca de tu realidad. Examiná tu interior y tratá de descubrir tus puntos ciegos, aquellos que te hacen más vulnerable. Cuando descubras los prejuicios y actitudes que te limitan, estarás en condiciones de enfrentarte a aquellas realidades que tal vez no te agradan demasiado.
Se impone un viaje al interior de nosotros mismos para descubrir nuestras creencias, necesidades y anhelos, y también observar aquellas cuestiones que debemos completar o mejorar. Puesto que, en este tipo de procesos, puede que tengamos que enfrentarnos a ciertas dosis de ansiedad, la guía de un profesional a veces resulta muy necesaria. Ese vértigo tiene que ver con lo que llamamos salir de la zona de confort y, aunque es algo positivo porque posibilita el cambio, puede provocar una ansiedad paralizante. También es muy posible que convertir esa ansiedad en confianza y valentía sea tu primer ejercicio de liderazgo.
Pero ¿por qué emprender ese viaje hacia el interior? Al igual que en un inmenso almacén, tu mente profunda más inconsciente guarda todas tus experiencias, todo lo que has aprendido y vivido. Es tanta la información en forma de creencias, expectativas, emociones, instintos y conductas que la mente consciente es incapaz de procesarla toda. No obstante, tu conciencia actúa como un potente foco que se adentra en este enorme espacio interno para alumbrar hasta los rincones más recónditos en busca de respuestas a tus interrogantes: "¿Qué preciso para alcanzar lo que deseo? ¿Qué rasgos de mi personalidad frenan su consecución? ¿Qué necesito desarrollar ahora?".
Además, al recorrer este camino también promovés el desarrollo de otras competencias implicadas en el liderazgo. Me refiero, por ejemplo, a la gestión de las emociones. Al menos un tercio de las personas son conscientes de sus emociones mientras las experimentan, lo cual facilita su gestión. No obstante, ante la experiencia de determinadas emociones, sabemos que muchos toman decisiones precipitadas o incluso se bloquean. Como tampoco saben gestionarlas, de repente se ven envueltos en situaciones que no desean ni saben manejar. Aunque las emociones todavía siguen contemplándose como algo marginal, el impacto emocional que pueden llegar a ocasionar las acciones de quien lidera a veces es enorme.
Si hay una emoción que hace germinar el liderazgo, esa es la pasión. Es una de las emociones más contagiosas y atrayentes. Por lo general, las personas apasionadas parecen inagotables, lo cual les da un magnetismo especial.
Quien lidera siempre se enfrenta a la incertidumbre, y es precisamente en ese ejercicio de liderazgo donde consigue movilizar esas emociones también en los demás y transformarlas en confianza, valentía y arrojo para seguir adelante. Las decisiones inteligentes se toman con experiencia y conocimiento del tema en cuestión, ¡y también con un buen nivel de autoconciencia personal y emoción!