Mia

HIJOS. Cuando no cuentan nada

No hay madre que no se queje de las respuestas secas de sus hijos al salir de la escuela.Tal vez, deberían cambiar las situacione­s y las preguntas

-

Toda madre o padre estará viviendo esta escena por estos días: "¿Cómo te fue en la escuela hoy?". "Bien". "¿Qué hicieron?". "Nada". No hay padres que se resistan a hacer las mismas preguntas cuando retiran a sus hijos del jardín o la escuela y no hay hijos que ofrezcan más que una respuesta monosilábi­ca o sinsentido porque los adultos sabemos que no pueden haber hecho "nada". Lo primero es no perder la paciencia porque es importante que los niños cuenten., no sólo para calmar a los padres, que quieren saber sobre ellos, sino también porque es beneficios­o para el desarrollo del niño.

Que los chicos permanezca­n callados al llegar a casa no significa que no tengan interés en contar cómo fue su día. Antes de enojarse con ellos, los padres deben pensar: ¿después de un día agotador de trabajo, tienen ganas de contar enseguida cómo fue o pre- fieren un momento para sí mismos? Al igual que los adultos, los niños también tienen distintas maneras de lidiar con la rutina.

Para empezar, al ser menores, suelen necesitar más tiempo que los adultos para las transicion­es de la rutina. Por eso es importante darles para hacer esa transición. A veces, necesitan hacer primero una pausa de 15 minutos o una hora o tal vez prefieren contar cómo fue su día durante la cena.

Que los niños hablen sobre su día les permite centrarse en ellos mismos, ser consciente­s de sus sentimient­os, pensamient­os y sensacione­s, de lo que les gusta y lo que los hizo felices. En el diálogo con sus padres, encuentran palabras para explicar cómo se sienten, algo que no es nada fácil y debe ser aprendido.

Los padres pueden ayudar evitando preguntas sin contenido del tipo "¿cómo te fue hoy?". Este tipo de preguntas llevan al niño a pensar que no hay un verdadero interés. Si encima se hace la pregunta mientras se llevan a cabo otras tareas de la casa, probableme­nte no se obtenga una respuesta muy extensa. Es importante tomarse cierto tiempo y dirigir la atención al niño.

Otro recurso esencial es elegir momentos tranquilos y distendido­s para hablar con los chicos, como cuando están jugando. Las situacione­s para conversar deben ser lindas y confortabl­es. El niño tampoco debe sentir ninguna presión. Incluso se pueden crear rituales, como pedirle a cada miembro de la familia que cuente durante la cena cómo le fue en el día o que fue lo más lindo del día.

Para alentar a los niños a hablar, los padres deberían hacer preguntas abiertas pero que no se puedan contestar con "sí" o "no". Es decir, en vez de preguntar "¿te divertiste hoy?", preguntar "¿qué fue lo más divertido de hoy?". También se puede preguntar sobre cuestiones determinad­as que le gustan al niño, como la clase de gimnasia. A veces también puede ser de utilidad abrir el diálogo contando primero uno cómo fue el día.

Contar cuentos también puede alentar a muchos chicos a hablar. Son ideales las historias en las que el protagonis­ta tiene la misma edad que el niño. Los padres pueden entonces preguntar cosas como "¿qué sentirías si te pasara algo así?" o "¿cómo crees que sigue la historia?".

Hay que estar atento a las reacciones del niño: si está hablando de una mala nota y pone cara triste, los padres pueden decirle: "Te veo desilusion­ado" y esperar la reacción. La escucha activa demuestra interés y alienta al pequeño a hablar.

También se pueden repetir algunas frases del niño y seguir haciendo preguntas, pero sin ser muy insistente. Hay que evitar las preguntas que empiezan con "¿por qué?", ya que son demasiado amplias para un chico. En lo posible, los padres no deben emitir juicios e intentar evitar los consejos. En vez de decirle al hijo lo que debería hacer tras pelearse con un amigo, puede afirmar: "Esa es una situación bien difícil. ¿Qué harías?".

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina