Cómo protegerlos de los riesgos de las redes
El último peligro se llama la ballena azul, pero hay mucho más y tan riesgosos como este juego. Qué y cómo hacer para que no se expongan desde la compu o el celular
La locura de la ballena azul, ese juego que lleva a la muerte, fue la última que las redes le trajeron a jóvenes y adolescentes. Pero de ninguna manera la última, la única ni la más peligrosa. Los chat con adultos que se hacen pasar por congéneres, las citas románticas o laborales hechas online y la información más peligrosa circulando abiertamente son parte de los riesgos más extremos a los que los chicos se exponen con total vulnerabilidad ni bien prenden la computadora o usan su celular.
El problema está claro, lo que se dificulta es la solución. Poner límites horarios, controlar el historial de la computadora, quitarles el celular como castigo no parecen alcanzar no solo porque los chicos pasan muchas horas fuera del control paterno sino porque hasta ha habido casos de que huyeron del hogar porque se les quitó el teléfono o se los castigó impidiendo su acceso a Internet. ¿Qué se hace entonces?
"Si la pregunta es ¿qué funciona?, no hay garantías. Tampoco es el modo de pensar que propondría porque eso su- pone que estamos desarmados frente al riesgo latente. Si plantamos un árbol y no lo nutrimos de manera adecuada, sin ninguna vara que lo sostenga y guíe en su crecimiento, probablemente crecerá débil y se torcerá en algún momento. Si nos preguntan en ese momento qué funciona para evitarlo, no habrá demasiadas respuestas efectivas. Lo que funciona es hacer bien nuestro trabajo en la crianza de ése árbol", define Alejandro Corbalán, presidente de la Asociación Argentina de Counselors.
El eje
Tal vez esté a la vista y con claridad para los padres que la base de la protección de nuestros hijos es la educación. Lo que confunde son las herramientas: ¿sirven los castigos, el control, los límites estrictos, todo junto o de a uno? "Si bien existen medios tecnológicos para controlar el uso de computadoras y celulares, en general, controlar tiene un alcance muy limitado y en la mayoría de los casos resulta de difícil realización. Estar atentos, cerca de los hijos, mantener un diálogo franco y respetuoso sobre todos los temas es mucho mejor que controlar", aconseja Corbalán.
Para el especialista, y tal vez para todos, la educación es el cimiento de la
mejor protección que podemos darles los adultos a los más jóvenes para que aprenden a proteger su vida y hagan un uso saludable y feliz de las redes. Pero no se trata solo de los padres. Según Corbalán: "La educación más importante es la que se da en el hogar, entre los miembros de una familia, normalmente entre padres e hijos, pero también entre hermanos; algo que no debe desestimarse. Pero también las buenas campañas de educación son muy útiles para prevenir algunos riesgos que claramente trae aparejado el uso de las nuevas tecnologías de comunicación. El Estado debe estar monitoreando permanentemente las nuevas aplicaciones que ofrecen las redes, previniendo a la población sobre los riesgos a los que podrían exponerse los menores e incluso, los mayores; porque también se utilizan las redes para involucrar a ancianos desprevenidos, en maniobras conocidas popularmente como “cuentos del tío”, “secuestros virtuales”, etc."
La forma
Ese horrible juego de la ballena azul es, sin duda, el mejor ejemplo del peor problema de la adolescencia: la necesidad de pertenecer. Así como los chicos andan en grupos porque se sienten contenidos y protegidos por sus pares, son vulnerables a las modas peligrosas (anorexia y bulimia) y a las tendencias que se convierten en top. Así como se han dado suicidios en cadena, nada peor que enfrentar a un adolescente con algo que está de moda y que a él no le permite hacer. Sin duda, la clave seguirá estando en la palabra, en hablar con paciencia y has- ta el hartazgo sobre las conductas que, aunque hagan todos sus amigos, no son buenas y los ponen al borde de lo peor "Lo único que asegura que una recomendación o consejo resulte efectivamente considerada por un adolescente es un fuerte vínculo de confianza con la persona que lo da e, incluso, la forma cómo lo hace. Generar conciencia acerca de un riesgo implica promover un proceso cognitivo en el adolescente de modo que sea él mismo quien construya ese saber que lo protegerá a la hora de enfrentarlo", sostiene Corbalán. Aunque cambien los tiempos y el enemigo sea la misma tecnología que tan amigable resulta para los lazos y el conocimiento, la receta en la relación con los hijos y los adolescentes sigue siendo la misma: una unión sólida y fuerte o, como dice el counselor, "desde la consultoría psicológica (counseling) y la psicología humanística pensamos que lo que funciona es la construcción de un vínculo nutritivo en el seno de la familia, en la atención puesta en la autoestima de todos los miembros de la misma, la comunicación abierta, empática, el diálogo en el seno de la familia. No hay control que reemplace a eso".