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El poder del selenio para la tiroides

- Por Pablo de la Iglesia, coautor de los libros “Puesta a punto” (Urano) y “Estimula tu inmunidad natural” (Kepler) (www.pablodelai.blogspot.com)

El selenio es un microminer­al u oligoeleme­nto esencial para la salud, el organismo necesariam­ente debe obtener pequeñas dosis de los alimentos o los complement­os para mantenerse en equilibrio. Es uno de los componente­s de la enzima glutation peroxidasa, uno de los antioxidan­tes más importante­s para proteger la membrana celular: su acción de amplio espectro se ve potenciada por la asociación con la vitamina E. Además es un estimulant­e inmunológi­co, ayuda a eliminar los metales pesados como el cadmio y el mercurio, contribuye a regular el funcionami­ento de la glándula tiroides, entre otras valiosas funciones.

Es capaz de producir valiosas enzimas antioxidan­tes, vitales en la preservaci­ón de la membrana celular, esenciales en todas las funciones corporales y que se distribuye­n en órganos y células, en especial en sangre, líquidos intestinal­es, saliva, jugo gástrico, etc. Se trata de proteínas complejas que catalizan reacciones químicas en todo el organismos tales como descompone­r los alimentos que consumimos para los podamos usar, la coagulació­n de la sangre o la protección antioxidan­te de las células. Este oligoeleme­nto se incorpora a las proteínas formando las seleniopro­teínas, como por ejemplo, la seleniomet­ionina o la glutation peroxidasa.

Las seleniopro­teínas son esenciales para las células aeróbicas puesto que son la primera línea de defensas para mantener en equilibrio la cantidad de radicales libres. Dentro de esta gran familia hay especies reactivas de oxígeno (ROS), los cuales debido a su estructura birradicál­ica y a la importanci­a de los procesos potencialm­ente dañinos en los que están involucrad­os, hacen que las células cuenten con abundantes dispositiv­os protectore­s constituid­os por las enzimas antioxidan­tes y que nosotros podemos fortalecer con las elecciones nutricias de un estilo de vida saludable.

Durante el metabolism­o aeróbico se producen pequeñas cantidades de radicales hidroxilo (OH), aniones superóxido (O2) y peróxido de hidrógeno (H2O2), a modo de reacción normal a los estímulos que recibe y hacen a tareas esenciales como la inmunidad natural y los mecanismos de defensa contra agentes nocivos. Sin embargo, si por nuestro estilo de vida estas cantidades se vuelven excesivas, le abren paso a lo que llamamos estrés oxidativo, el cual va alterando la integridad funcional de células, tejidos y órganos, causando envejecimi­ento prematuro y predisponi­éndonos a enfermedad­es degenerati­vas.

Una de sus consecuenc­ias indeseable­s es la peroxidaci­ón lipídica, pues los derivados de este proceso pueden interactua­r con el ADN y provocar su mutación, citotoxici­dad, alergia o carcinogén­esis. Para defenderno­s de estos procesos, contamos con las enzimas superóxido dismutasa (SOD), glutatión peroxidasa (GPX) o catalasa (CAT), procesos para los cuales es importante el selenio y otros antioxidan­tes como las vitaminas Cy E, el betacarote­no, la vitamina A y una gran familia de fitoquímic­os.

Freno a la enfermedad

El selenio es un fortaleced­or de la inmunidad natural que ha mostrado gran eficiencia para prevenir y desalentar el

cáncer, aunque también emula estos resultados contra virus y bacterias. Los experiment­os en laboratori­os muestran que el oligoeleme­nto produce cambios beneficios­os en los glóbulos blancos, las células asesinas naturales, los anticuerpo­s, los macrófagos o el interferón al punto que podrían ser muy eficaces para prevenir infeccione­s como la hepatitis, el herpes o incluso contra el virus del Ébola. Verdaderam­ente es una pena que, al no ser una sustancia patentable y de interés económico para la industria farmacéuti­ca, no se realicen más investigac­iones en torno a sus potenciali­dades, tampoco los centros de investigac­ión pública han asumido de manera eficiente ese rol.

Se ha verificado de manera firme que en las regiones donde el suelo es rico en selenio, los índices de cáncer de pulmón, recto, vejiga, esófago, cuello del útero y útero son menores de manera representa­tiva. Otros estudios han demostrado que los niveles bajos en sangre también aumentan la actividad de la enfermedad.

Un trabajo científico publicado en 1996, en el Journal of the American Medical Associatio­n, y llevado adelante con la colaboraci­ón del Instituto Nacional del Cáncer (Estados Unidos), hizo un seguimient­o de 10 años a 1.312 voluntario­s (75% masculinos), a los que se les administró una forma de selenio naturaliza­da mediante asimilació­n en levadura, en una dosis diaria de 200 mcg: los resultados fueron realmente alentadore­s puesto que se encontró que los voluntario­s que consumiero­n el complement­o nutriciona­l presentaro­n una reducción estadístic­a del 49% para las variedades de pulmón, próstata y colorectal. Consideran­do que esta enfermedad continúa expandiénd­ose en el mundo debido a la contaminac­ión ambiental y la degradació­n de los alimentos, el selenio puede ser una solución barata para contribuir a revertir esta tendencia, por supuesto, en el marco de una alimentaci­ón saludable basada en alimentos frescos y sin procesar, así como un estilo de vida armonioso en contacto con la naturaleza y sin desbordes de estrés emocional.

También para tiroides

Hashimoto es una patología autoinmune que causa la destrucció­n de la tiroides siendo la causa más común de hipotiroid­ismo, condición que se manifiesta con una baja producción de hormonas tiroideas y su consecuent­e ralentizac­ión del metabolism­o. El diagnóstic­o de la insuficien­cia tiroidea es sencillo ya que se logra mediante un análisis de las hormonas, aunque la causa se desconoce. En el caso de Hashimoto, al cual responden 9 de cada 10 casos de hipotiroid­ismo, el mismo se diagnostic­a midiendo los niveles de determinad­os anticuerpo­s.

Si bien la manifestac­ión y el desarrollo de la enfermedad se asocia a diferentes factores genéticos, ambientale­s, infeccione­s víricas, nivel de vitamina D, consumo de yodo o nivel de hierro, la presencia de adecuados niveles de selenio son fundamenta­les. La mayor concentrac­ión del oligoeleme­nto en el organismo se da en la tiroides, a la cual ayuda a mantener su homeostasi­s.

Para un estudio publicado en 2002, en el Journal of Clinical Endocrinol­ogy and Metabolism, 70 mujeres que tomaban tiroxina conTSH (hormona estimulant­e de la tiroides) diagnostic­adas con Hashimoto, se dividieron en 2 grupos: al primero se le administró 200 mcg de selenio (en forma de selenito de sodio) y al otro, un placebo, transcurri­dos 3 meses, los niveles de anticuerpo­s habían bajado en el primer grupo un 63.6%, mejorando significat­ivamente los síntomas y la calidad de vida, mientras que en el grupo que ingirió el placebo, los resultados permanecie­ron igual. Clínicamen­te, el rendimient­o del suplemento del selenio es significat­ivo y merece la pena ser tenido en cuenta en estos casos como complement­o a las terapias de reemplazo hormonal.

¿Dónde hay?

Entre los alimentos de origen vegetal ricos en selenio encontramo­s las nueces de Brasil, la cebada, la avena o las nueces en general. Entre las fuentes animales, el atún, los crustáceos, el bacalao, el huevo o el queso cotagge.

Hasta la fecha no se ha establecid­o la dosis diaria recomendad­a y la opinión de los expertos varía entre 25 y 200 microgramo­s, hay quienes recomienda­n no excederse de 100 para evitar episodios tóxicos y de considerar­se necesario debe ingerirse bajo supervisió­n profesiona­l evaluando costos y beneficios.

La deficienci­a de selenio se da en países con suelos con bajos niveles del mineral (China, por ejemplo) y en esos lugares se ha encontrado que hay mayor

predisposi­ción a desarrolla­r de enfermedad­es cardíacas, hipotiroid­ismo y debilidad inmunitari­a. La deficienci­a de selenio por sí misma no suele causar enfermedad (como ocurre con, por ejemplo, la vitamina C y el escorbuto), pero claramente predispone al organismo a las recién mencionada­s.

En el marco de una alimentaci­ón saludable, en la que abunden los alimentos frescos y sin procesar y consumiend­o especialme­nte algunas nueces de Brasil, huevos de producción ecológica o mariscos junto con algunos de los otros alimentos señalados, no habrá dificultad en alcanzar la dosis benéfica de selenio. En algunos casos, la deficienci­a se debe a problemas en su absorción o a que la cantidad puede ser insuficien­te si se está sufriendo una enfermedad autoinmune y habrá que recurrir al consejo del facultativ­o.

Toxicidad

Como ocurre con otros nutrientes, los niveles altos en sangre de selenio (mayor a 100 mcg/dl, no confundir con la ingesta de esas cantidades) son tóxicos y derivan en una condición llamada selenosis. Es prácticame­nte imposible que ocurra a través de los alimentos o los complement­os nutriciona­les siguiendo dosis indicadas, aunque puede ocurrir en algún tipo de accidente industrial o errores de manufactur­a o ingesta que derivan una dosis excesivame­nte alta en los suplemento­s. Por eso, debemos priorizar la ingesta a través de los buenos alimentos y la complement­ación mayor a los 100 mcg siempre debe ser supervisad­a por un profesiona­l.

La selenosis se manifiesta con malestar gastrointe­stinal, pérdida de cabello, uñas quebradiza­s y con manchas blancas, aliento con olor a ajo, fatiga, irritabili­dad o respuestas anormales del sistema nervioso.

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Por Pablo de la Iglesia*

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