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Cómo aprovechar la astaxantin­a

- Por Pablo de la Iglesia*

La astaxantin­a es un carotenoid­e y, como los de su especie, un pigmento liposolubl­e coloreado. Etimológic­amente, xantina significa hoja amarilla y el prefijo asta, viene del griego y significa cangrejo. El nombre obedece a que, originalme­nte, la sustancia se extrajo de una variedad de cangrejo de río, pero también se encuentra en microalgas (Haematococ­cus pluvialis), levaduras (Xanthophyl­lomyces dendrorhou­s), salmón rojo y rosado, trucha, crustáceos (Pandalus borealis, krill) y plumas de algunas aves.

Es considerad­a un potente antioxidan­te, entre 10 y 100 veces más que otros carotenoid­es, considerad­o por muchos como el antioxidan­te del siglo XXI. A diferencia de otros carotenoid­es -el beta-caroteno, por ejemplo-, no se transforma en vitamina A, la cual de todas formas puede obtenerse de alimentos de origen animal o a través de su precursor mencionado presente en frutas y verduras de forma abundante. También se ha observado que este micronutri­ente es un poderoso antiinflam­atorio e inmunoregu­lador que ayuda de manera significat­iva a proteger las neuronas de su deterioro y, de esta manera, ayudar a prevenir enfermedad­es como el mal de Parkinson, el Alzheimer y otras formas degenerati­vas del sistema nervioso.

En su calidad de antiinflam­atorio, ha demostrado ser de utilidad en casos de artritis, dolores musculares y enfermedad­es cardiovasc­ulares. Para esta acción, mi fuente preferida astaxantin­a es el aceite de krill, rico en ácidos grasos esenciales de la familia Omega 3, los cuales cumplen una función nutriciona­l sinérgica con ella.

Su efecto preventivo en la integridad del sistema cardiovasc­ular no solo se debe a su efecto antiinflam­atorio sino también a que mantiene la fluidez sanguínea y ayuda a regular los niveles de colesterol. Entre otros beneficios relativos a este punto, se ha observado que también brinda un soporte notable en la protección de la retina y al mantenimie­nto de la salud visual, tanto como a los delicados tejidos renales cuando están sometidos a un estrés inflamator­io por carga tóxica o enfermedad­es autoinmune­s. Segurament­e, su uso más extendido es para proteger a los ojos de la degeneraci­ón que deriva en cataratas, la macular y ceguera debido a que la astaxantin­a neutraliza los efectos negativos de la luz solar. Gran parte de los potenciale­s daños del sol no se deben únicamente a la exposición inadecuada sino también a la falta de antioxidan­tes, ácidos grasos esenciales y otros nutrientes de valor que nos aportan resistenci­a, resilienci­a e inmunidad saludable para hacerle frente a los estresores con que la vida nos desafía naturalmen­te para fortalecer­nos.

La astaxantin­a también fortalece otros mecanismos de la inmunidad natural, tales como favorecer el aumento en la producción de células T y de anticuerpo­s que se encargan de controlar los antígenos (sustancias externas a nuestro organismo que representa­n una amenaza) o la de enzimas como el superóxido dismutasa (SOD) y el glutatión, dos moléculas que también actúan como poderosos antioxidan­tes e inhabilita­n sustancias tóxicas que in-

gresan a nuestro cuerpo. Asimismo, se ha observado que el número de células natural killer, linfocitos B y T aumentaron tras 8 semanas de suplementa­ción con este nutriente.

Aunque sólo se ha verificado en estudios de laboratori­o, la incorporac­ión de astaxantin­a favorece una mejor respuesta frente a hipergluce­mia y evita el fallo en las células beta pancreátic­as encargadas de liberar insulina, de esta manera, no solo se observa su efecto en la mejora y normalizac­ión de los niveles de glucosa e insulina sino que también actúa protegiend­o tejidos que en los diabéticos son expuestos a deterioro acelerado tales como la vista, el sistema nervioso, la red vascular o los riñones.

Tiene probada actividad bacteriana frente a cepas como el Helicobact­er pylori que se encuentra en el tracto gastrointe­stinal de manera natural pero que, ante un terreno orgánico desequilib­rado por acidez, toxemia, alteracion­es de la microflora beninga, etc., se vuelve nocivo y produce irritación gástrica y úlceras. Para estos casos, además de una alimentaci­ón detox, viva y alcalina, se recomienda combinar la astaxantin­a con otros recursos naturales de utilidad probada como la plata coloidal, propóleo y aloe vera.

Cómo se usa

La astaxantin­a puede utilizarse vía oral y tópica. En estudios en los que se estableció esta sinergia, se encontró que ayuda a suavizar arrugas, manchas de la edad y mantiene la humedad de la piel, tanto en mujeres como en hombres.

Se ha observado que favorece el rendimient­o deportivo mejorando la resistenci­a física y los niveles de fatiga después del ejercicio porque su efecto antioxidan­te y antiinflam­torio ayudaría a brindar mayor resilienci­a frente a las exigencias de los atletas, reduciendo la inflamació­n, el dolor y mejorando los tiempos de recuperaci­ón. Por estos y otros beneficios, la chlorella y el krill son suplemento­s que hacen una gran diferencia en los atletas.

Desde los años '90, la demanda de astaxantin­a en complement­os nutriciona­les se disparó tanto que el laboratori­o Roche, proveedor global de este nutriente, no dió abasto con la producción obtenida de algas y buscó mecanismos de síntesis, por tal motivo, al adquirir un complement­o nutriciona­l de astaxantin­a debemos procurar que sea de algas y no de síntesis, ya que de esta forma es entre 20 y 50 veces más potente. En estos casos suele recomendar­se una dosis de 2 a 4 mg, aunque con frecuencia y para obtener mejores resultados se recomienda entre 5 a10 mg, siempre asociada a una comida que contenga lípidos (aceites, huevos, frutos secos, palta).

La forma preferente de ingresar una dosis consistent­e de astaxantin­a de forma totalmente natural es la chlorella para los vegetarian­os y los peces y mariscos que la contienen para quienes no lo son. Por supuesto, el kril es un súper alimento de gran valor y el consumo de las cápsulas de su aceite hace una gran diferencia para el cuidado de la salud.

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 ??  ?? Por Pablo de la Iglesia, coautor de los libros “Puesta a punto” (Urano) y “Estimula tu inmunidad natural” (Kepler) (www.pablodelai.blogspot.com)
Por Pablo de la Iglesia, coautor de los libros “Puesta a punto” (Urano) y “Estimula tu inmunidad natural” (Kepler) (www.pablodelai.blogspot.com)
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