Cómo aprovechar la astaxantina
La astaxantina es un carotenoide y, como los de su especie, un pigmento liposoluble coloreado. Etimológicamente, xantina significa hoja amarilla y el prefijo asta, viene del griego y significa cangrejo. El nombre obedece a que, originalmente, la sustancia se extrajo de una variedad de cangrejo de río, pero también se encuentra en microalgas (Haematococcus pluvialis), levaduras (Xanthophyllomyces dendrorhous), salmón rojo y rosado, trucha, crustáceos (Pandalus borealis, krill) y plumas de algunas aves.
Es considerada un potente antioxidante, entre 10 y 100 veces más que otros carotenoides, considerado por muchos como el antioxidante del siglo XXI. A diferencia de otros carotenoides -el beta-caroteno, por ejemplo-, no se transforma en vitamina A, la cual de todas formas puede obtenerse de alimentos de origen animal o a través de su precursor mencionado presente en frutas y verduras de forma abundante. También se ha observado que este micronutriente es un poderoso antiinflamatorio e inmunoregulador que ayuda de manera significativa a proteger las neuronas de su deterioro y, de esta manera, ayudar a prevenir enfermedades como el mal de Parkinson, el Alzheimer y otras formas degenerativas del sistema nervioso.
En su calidad de antiinflamatorio, ha demostrado ser de utilidad en casos de artritis, dolores musculares y enfermedades cardiovasculares. Para esta acción, mi fuente preferida astaxantina es el aceite de krill, rico en ácidos grasos esenciales de la familia Omega 3, los cuales cumplen una función nutricional sinérgica con ella.
Su efecto preventivo en la integridad del sistema cardiovascular no solo se debe a su efecto antiinflamatorio sino también a que mantiene la fluidez sanguínea y ayuda a regular los niveles de colesterol. Entre otros beneficios relativos a este punto, se ha observado que también brinda un soporte notable en la protección de la retina y al mantenimiento de la salud visual, tanto como a los delicados tejidos renales cuando están sometidos a un estrés inflamatorio por carga tóxica o enfermedades autoinmunes. Seguramente, su uso más extendido es para proteger a los ojos de la degeneración que deriva en cataratas, la macular y ceguera debido a que la astaxantina neutraliza los efectos negativos de la luz solar. Gran parte de los potenciales daños del sol no se deben únicamente a la exposición inadecuada sino también a la falta de antioxidantes, ácidos grasos esenciales y otros nutrientes de valor que nos aportan resistencia, resiliencia e inmunidad saludable para hacerle frente a los estresores con que la vida nos desafía naturalmente para fortalecernos.
La astaxantina también fortalece otros mecanismos de la inmunidad natural, tales como favorecer el aumento en la producción de células T y de anticuerpos que se encargan de controlar los antígenos (sustancias externas a nuestro organismo que representan una amenaza) o la de enzimas como el superóxido dismutasa (SOD) y el glutatión, dos moléculas que también actúan como poderosos antioxidantes e inhabilitan sustancias tóxicas que in-
gresan a nuestro cuerpo. Asimismo, se ha observado que el número de células natural killer, linfocitos B y T aumentaron tras 8 semanas de suplementación con este nutriente.
Aunque sólo se ha verificado en estudios de laboratorio, la incorporación de astaxantina favorece una mejor respuesta frente a hiperglucemia y evita el fallo en las células beta pancreáticas encargadas de liberar insulina, de esta manera, no solo se observa su efecto en la mejora y normalización de los niveles de glucosa e insulina sino que también actúa protegiendo tejidos que en los diabéticos son expuestos a deterioro acelerado tales como la vista, el sistema nervioso, la red vascular o los riñones.
Tiene probada actividad bacteriana frente a cepas como el Helicobacter pylori que se encuentra en el tracto gastrointestinal de manera natural pero que, ante un terreno orgánico desequilibrado por acidez, toxemia, alteraciones de la microflora beninga, etc., se vuelve nocivo y produce irritación gástrica y úlceras. Para estos casos, además de una alimentación detox, viva y alcalina, se recomienda combinar la astaxantina con otros recursos naturales de utilidad probada como la plata coloidal, propóleo y aloe vera.
Cómo se usa
La astaxantina puede utilizarse vía oral y tópica. En estudios en los que se estableció esta sinergia, se encontró que ayuda a suavizar arrugas, manchas de la edad y mantiene la humedad de la piel, tanto en mujeres como en hombres.
Se ha observado que favorece el rendimiento deportivo mejorando la resistencia física y los niveles de fatiga después del ejercicio porque su efecto antioxidante y antiinflamtorio ayudaría a brindar mayor resiliencia frente a las exigencias de los atletas, reduciendo la inflamación, el dolor y mejorando los tiempos de recuperación. Por estos y otros beneficios, la chlorella y el krill son suplementos que hacen una gran diferencia en los atletas.
Desde los años '90, la demanda de astaxantina en complementos nutricionales se disparó tanto que el laboratorio Roche, proveedor global de este nutriente, no dió abasto con la producción obtenida de algas y buscó mecanismos de síntesis, por tal motivo, al adquirir un complemento nutricional de astaxantina debemos procurar que sea de algas y no de síntesis, ya que de esta forma es entre 20 y 50 veces más potente. En estos casos suele recomendarse una dosis de 2 a 4 mg, aunque con frecuencia y para obtener mejores resultados se recomienda entre 5 a10 mg, siempre asociada a una comida que contenga lípidos (aceites, huevos, frutos secos, palta).
La forma preferente de ingresar una dosis consistente de astaxantina de forma totalmente natural es la chlorella para los vegetarianos y los peces y mariscos que la contienen para quienes no lo son. Por supuesto, el kril es un súper alimento de gran valor y el consumo de las cápsulas de su aceite hace una gran diferencia para el cuidado de la salud.