PSICOLOGÍA.
Una revisión de lo que son las diferencias entre los géneros y hasta dónde limitan las elecciones de vida
Diferencias y similitudes de género
Más allá de las situaciones de igualdad de géneros, las ciencias en diversas disciplinas se han encargado de marcar diferencias en las características que determinan a uno u otro sexo. Así, fuera de situaciones de discriminación, reconocer esas condiciones naturales permite trabajar sobre los potenciales para un mejor desarrollo personal. Se sabe hoy, merced a los estudios neurocientíficos del desarrollo neuronal de cada sexo, que las diferencias entre el cerebro del hombre y la mujer se inician en el desarrollo fetal, a las 8 semanas de gestación. Antes, los embriones que devendrán en masculinos o femeninos son prácticamente iguales. El afianzamiento de las características propias masculinas está determinado por un gen que es exclusivo del cromosoma Y, que genera la transformación de las gónadas del embrión en testículos. Si este cromosoma no está presente, se desarrollan los ovarios, dando así origen a un feto que será femenino.
A partir de la semana 8, la acción de las hormonas sexuales causaría la diferencia de género en el cerebro, tanto en la morfología como en las funciones, por ello, hombres y mujeres nacen con circuitos que los caracterizan como tales.
Estas diferencias no tienen relación alguna con la inteligencia, sea en su cantidad, calidad, profundidad o existencia. Las particularidades se relacionan con la forma de percibir y procesar la información sensorial que ingresa al cerebro a través de todos los estímulos disponibles. Investigarlas permite saber a partir de una base científica, desde comunicar mejor según el modo en que será perci- bido aquello que se comunica, como, por ejemplo, crear soluciones o servicios ad hoc. De alguna forma se asemeja a las dotes físicas para ser bailarín o bailarina. Tener ciertas capacidades corporales facilita la posibilidad de seguir una carrera en ese rubro, pero si sólo el sujeto se limita a la posesión de esas condiciones, no se transformará por ello en tal.
Con estos estudios, tanto ellos como ellas (siempre que lo deseen) pueden reconocer las actividades que mejor se adaptan a su potencial neuronal, contribuyendo de este modo al desarrollo de capacidades innatas y, a su vez, a mejorar su desempeño.
El factor más importante, a la hora de analizar las diferencias neurobiológicas entre el cerebro del hombre y la mujer, como así también su comportamiento en las diferentes etapas de la vida, se vincula con el sistema endócrino. Es importante recordar que la influencia hormonal es determinante en la conformación de un cerebro como masculino o femenino, y también en la predisposición de ambos sexos para desarrollar determinadas capacidades.
Por ejemplo, un mayor nivel de testosterona (hormona masculina) influye en un mayor desarrollo del hemisferio derecho, del que dependen las habilidades visuoespaciales y aumenta la predisposición para agredir. En el caso de la mujer, los niveles bajos de esta hormona permiten que sus células cerebrales desarrollen más conexiones en los centros de comunicación y en las áreas que procesan emociones. Esto influye en su predisposición para armonizar en los diferentes ámbitos en los que actúa y está relacionado, a su vez, con sus habilidades innatas para la empatía. Asimismo, hombres y mujeres presentan diferencias morfológicas en determinadas estructuras, como el cuerpo calloso, la amígdala y el hipocampo, entre otras.
Si bien estas diferencias no pueden catalogarse como condicionantes, tienen una importancia que no podemos soslayar debido a su repercusión en la conducta. De hecho, muchas mujeres son extraordinarias para entender y diseñar sistemas (una habilidad en la que el cerebro masculino es superior) y muchos hombres se destacan por sus capacidades empáticas y de oratoria (para lo cual está mejor dotado el cerebro femenino).