¿Quién no quisiera tener un Olave en su equipo?

El 18 de diciembre de 2016 quedará grabado a fuego en la vida de Juan Carlos Olave, pero también en la historia del Club Atlético Belgrano y del fútbol de Córdoba y en los registros del ambiente futbolístico argentino, que supo interpretar lo que significaba el alejamiento de un futbolista tan identificado con una institución.

Estuvo lejos de ser un día más el que se vivió ayer en el Mario Kempes. Fue un domingo que cerró una semana cargada de emoción y de evocaciones y que quedará en la memoria cordobesa. Un homenaje que Olave se tiene merecido. Como muestra vale contar que cuando Mundo D recurrió a amigos, técnicos, exarqueros, compañeros y colegas (hasta los de los de los equipos rivales), todos se deshicieron en elogios para con el hasta ayer arquero celeste. Ni hablar de los hinchas piratas, quienes reconocen en él a uno de sus máximos ídolos de todos los tiempos, y así lo expresaron en las redes sociales, con mensajes que hicieron circular de las más diversas formas y ayer con su presencia en el estadio.

Liderazgo, pasión, entrega, pertenencia, seguridad, vehemencia, identificación, sacrificio, esfuerzo, perseverancia, referencia, son algunas de las virtudes que se pueden reconocer en Olave. Sí, un tipo sanguíneo, a veces insoportable para los rivales, los árbitros y hasta para los propios compañeros, desesperado porque las cosas le salgan bien a su Belgrano. Otras tantas, rozando la irritación y al límite de la expulsión, todo cierto. Pero más real aún es que jamás se guardó algo a la hora de entrar a una cancha, que nunca ahorró sudor cuando debió poner el pecho por Belgrano y que siempre fue ejemplo para sus pares, en especial para los más jóvenes, y de ello son testigos quienes compartieron vestuario con él o lo vieron trabajar de cerca. Su dedicación fue total, sino no hubiera sido profesional hasta los 40 años.

Estos atributos transforman a Olave, y a los deportistas con características similares a las suyas, en imprescindibles. Con sinceridad y más allá de los colores: ¿a qué grupo no le gustaría contar con alguien como él? ¿A qué jugador no le encantaría que alguien lo defienda como él? ¿Qué DT no quisiera tener a un líder así dentro de la cancha? ¿Qué hinchada rechazaría un ídolo así? Nadie, seguro. Por eso fue tan especial.

Desde hoy, Olave y Belgrano ya no caminarán juntos. Y para ambos comienza otro desafío.