Un medio año satisfactorio

l regusto agrio de la derrota contra el discreto Huracán, le puso un tinte gris al final de temporada de Talleres. Ese desenlace culmina una serie de cuatro partidos sin ganar y forma parte de una campaña que tuvo tres rachas bien definidas: aquella en la que reinó la incertidumbre, que duró cinco partidos y que sólo tuvo dos medias sonrisas en los empates ante Racing de Avellaneda y Banfield; la del medio, esa que despejó dudas, distendió los ánimos y afianzó el proyecto de Kudelka con cinco triunfos al hilo; y por último, la que desembocó en la caída en Parque Patricios, luego de tres partidos en los que sólo aparecieron igualdades.

Al margen de los resultados, hubo algunas muecas comunes en sus 14 juegos disputados: el equipo actuó con las mínimas ataduras y se mostró generoso con el espectáculo; mantuvo la misma fisonomía y se enfrentó con valentía y audacia a las particularidades que le plantearon sus rivales; y, paradójicamente, cuando más se afianzaba su espíritu libre y provocador, tuvo una marcada evolución defensiva y un retroceso en el otro extremo.

¿Cómo explicar que un equipo que no puso a ningún especialista en la marca en la media cancha y jugara de manera permanente con tres delanteros, sólo haya anotado 12 tantos, con un promedio de menos de un gol por partido? ¿Cómo explicar que sin tantas estaciones de control cerca