Arriba del tren
Instituto mostró su mejor cara, le ganó 2-0 a Ferro un partido clave y sueña con prenderse en la pelea por el segundo ascenso.
ERA UN PARTIDO ESPECIAL PORTODO LO QUERE PRESENTA FERRO. TENEMOSQUE CONVENCERNOS DE QUE PODEMOS. GUIDO MAINERO
LE GANAMOS A UN RIVAL MUY CARO EN LOS SENTIMIENTOS DEL HINCHA. ERA UNA FINAL Y JUGAMOS EL MEJOR PARTIDO DEL TORNEO. CLAUDIO DEMARÍA
L as heridas algún día cierran. Alguna tarde empiezan a cicatrizar. Y sucede en el momento menos esperado. Cuando parece que ya nunca va a ocurrir.
Lo puede contar Guido Mainero, que hace cinco años, el 23 de junio de 2012, tenía 17 años y se fue llorando del Monumental. Fue en aquella tarde fatídica donde Instituto no pudo ascender y cayó goleado 03 ante Ferro (en la temporada 2011/12), en una de las jornadas más tristes que se recuerden en Alta Córdoba.
Ese mismo Guido Mainero, ahora ya con 22, fue la figura anoche de un triunfo 20 sanador para la Gloria. De esos necesarios para hacerle un mimo al sentimiento de un simpatizante albirrojo tan vapuleado en los últimos años. Tan golpeado. Mainero, ese jugador/hincha, vivió ayer también esa pequeña descarga. Esa sensación de sacarse una mochila, justo ante Ferro. Justo en un partido considerado “una final”, si es que el equipo de Claudio Demaría tiene intenciones de aspirar a ese deseado segundo ascenso de la Primera B Nacional 2016/17.
“Es imposible olvidar ese partido con Ferro, yo estaba en la tribuna, como hincha. Y me fui llorando... Sabemos lo que siente el hincha y lo que significa este rival. Por suerte pudimos ganar un partido muy necesario. Tiene un gusto especial... Este triunfo nos demuestra que tenemos que animarnos. Podemos ser un gran equipo”, contaría el propio Mainero, quien sobresalió en un cotejo donde Gotti y Orfano marcaron los tantos de la victoria.
Claudio Demaría también lo sintió así, como la gente. Porque Demaría es un tipo de La Agustina, un formador de muchos de estos chicos que hoy están en el plantel profesional.
Un técnico que está jugándose la gran carta de su vida como DT, a los 44 años, dando el salto desde las inferiores a un plantel profesional. Ayer, consiguió un triunfo que le da aire y que lo respalda.
“Sabíamos que este partido es muy caro para el sentimiento del hincha, que Ferro es un rival muy especial, por todo lo que representa. Pudimos jugar, creo yo, el mejor partido del campeonato y lograr los tres puntos. Era una ‘final’ y la ganamos. Tenemos que convencernos que podemos”, diría el entrenador, que fue confirmado hasta el final del torneo.
El final en Alta Córdoba encontró abrazos y sonrisas necesarias en cada rincón del estadio. En el corazón de cada hincha hubo una herida enorme que empezó a sanar. Aún quedan 11 partidos. Y mucha historia por escribir.
¿La ilusión? La ilusión siempre estará presente en Alta Córdoba. Porque de eso se trata Instituto.